5 LECCIONES DE MATEO 9:2-8
En esta ocasión quiero que analicemos detenidamente un pasaje de la Escritura que contiene algunas importantes lecciones frecuentemente pasadas por alto:
MATEO 9:2-8 (RVA)
|2| Entonces le trajeron un paralítico tendido sobre una camilla. Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
|3| He aquí, algunos de los escribas dijeron entre sí: —¡Este blasfema!
|4| Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: —¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
|5| Porque, ¿qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate y anda”?
|6| Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra, —entonces dijo al paralítico—: ¡Levántate; toma tu camilla y vete a tu casa!
|7| Y se levantó y se fue a su casa.
|8| Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Dios, quien había dado semejante autoridad a los hombres.
Este es un maravilloso episodio en la vida y ministerio de Jesús en la Tierra y, más allá de lo evidente, un estudio en detalle de algunos puntos del relato nos llevará a una más profunda comprensión de lo que aquí está transmitiendo Mateo.
Un primer punto muy interesante es que aquí hay un grupo de personas que lleva a un paralítico hacia donde estaba Jesús. En Marcos 2:3-12 se nos dan más detalles, mostrándonos que fueron 4 personas las que cargaron en la camilla a este hombre y que tuvieron que bajarlo desde el techo del lugar:
MARCOS 2:3-5 (RVA)
|3| Entonces vinieron a él trayendo a un paralítico cargado por cuatro.
|4| Y como no podían acercarlo a él debido al gentío, destaparon el techo donde Jesús estaba, y después de hacer una abertura bajaron la camilla en que el paralítico estaba recostado.
|5| Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados te son perdonados.
1 – LA DETERMINACIÓN DE LOS AMIGOS:
La primera lección que quiero destacar es la de la determinación de los amigos del paralítico. Estos 4 amigos del paralítico estaban dispuestos a ir hasta las últimas circunstancias para ayudarlo. En la época de Jesús los techos de las casas de gente común se construían con vigas de madera que cruzaban de pared a pared y se ponía por encima ramas o pasto junto con una capa de tierra o arcilla. Sobre ésta se colocaba arena y gravilla y se apisonaba. Por lo general había una escalera externa de acceso al techo. Estos cuatro hombres deben haber subido al paralítico por esa escalera, luego pudieron romper parte del techo y quizá con ayuda de unas sogas bajar la camilla hasta donde estaba Jesús. Ciertamente esto que estaban haciendo era arriesgado y podría haber sido visto como un acto de vandalismo ¡Imagínense que alguien hoy apareciera en medio de una reunión haciendo un agujero en el techo!
Sin embargo, estos hombres sabían quién era Jesús y sabían que quizá esa era la única oportunidad que tendrían de ayudar a su amigo paralítico ¡¿Quién no quisiera tener amigos así?! Sería también interesante preguntarnos ¿Qué tanto estamos dispuestos nosotros a hacer por nuestros amigos?
Esta actitud de estos hombres puede compararse con lo dicho en Proverbios:
PROVERBIOS 17:17 (RVA)
En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para el tiempo de angustia.
2 – LA DINÁMICA Y SABIDURÍA DE JESÚS:
La segunda lección que podemos extraer de este relato es la dinámica de Jesús. Imagínense la situación: Jesús estaba enseñando en un lugar lleno de gente, de repente aparece un grupo de personas quitando el techo del lugar para bajar a un paralítico en una camilla. ¿Qué haríamos si esto sucede hoy en una de nuestras reuniones? ¡Seguramente llamar a la policía! Además, imaginen el alboroto que pudo haberse generado, ¡el lugar estaba repleto de gente! Y piensen lo siguiente: ¿alguna vez los han interrumpido mientras intentaban explicar algo? Sin duda puede ser algo irritante que alguien nos interrumpa si estamos dando un discurso o una prédica, y aquí tenemos a Jesús, enseñando el evangelio a un montón de personas, y de repente es interrumpido por 5 hombres (contando al paralítico) que, saltándose todo protocolo, hacen un agujero en el techo con la intención de acercarse a Jesús para recibir una sanidad.
Pero ¿cuál fue la reacción de Jesús? Él no se enojó, no se alteró, no pidió explicaciones, él vio la fe de ellos y dijo al paralítico que sus pecados le eran perdonados, le dio al paralítico las palabras claves para recibir su sanidad. Otros en el lugar de Jesús quizá estarían viendo un desastre, un desorden, estarían nerviosos sobre cómo iban a reaccionar los demás, alguno quizá pensaría “¡qué atrevidos son estos hombres!”, “¡qué irrespetuosos!”. Pero Jesús vio la fe de ellos, Jesús supo que lo que movía a estos hombres a hacer lo que hicieron fue su fe en que Jesús podía sanar a su amigo.
3 – LA INFLUENCIA DE LA FE CONJUNTA:
Con frecuencia solemos escuchar que, si alguien no obtiene lo que quiere, o si le va mal en la vida, es porque “no tiene suficiente fe”. Hay predicadores que le echan toda la culpa de todos los males del ser humano a la “falta de fe” y hacen a un lado otros factores que pueden afectar a la vida de una persona. Pero aquí se nos plantea un ejemplo muy particular y que por lo general se pasa por alto: no fue la fe del paralítico la que le hizo recibir sanidad, sino la de los amigos.
Leamos de nuevo Mateo 9:2 y Marcos 2:5
MATEO 9:2 (RVA)
Entonces le trajeron un paralítico tendido sobre una camilla. Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
MARCOS 2:5 (RVA)
Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados te son perdonados.
Vamos a sumar también el testimonio de Lucas:
LUCAS 5:20 (RVA)
Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: —Hombre, tus pecados te son perdonados.
¡Lo ven! ¡Fue la fe de los amigos la que llevó a la sanidad de este hombre! Jesús no vio la fe del paralítico ¡vio la fe de sus amigos! Y esto es algo que rara vez se menciona entre las prédicas cristianas: la influencia de la fe conjunta. Jesús dijo, en Mateo 18:19 y 20 que, si dos se ponen de acuerdo para pedir algo, Dios lo dará, y que donde están dos o tres congregados en su nombre, allí está él en medio. No voy a analizar estos textos ahora, pero Jesús estaba señalando la importancia de la oración y la fe conjunta. Romanos 12, 1 Corintios 12, Efesios 4 y muchos otros pasajes de la Escritura nos hablan de que como cristianos somos un Cuerpo en Cristo y que lo que un miembro hace afecta a todos. En este caso, vemos que la acción de fe que tomaron estos 4 amigos resultó en la sanidad de este hombre paralítico, de no haber hecho lo que hicieron, probablemente este paralítico habría llegado a su lecho de muerte sin jamás caminar. Nunca deberíamos menospreciar la importancia de nuestras acciones sobre la vida de los demás.
4 – LA AUTORIDAD DE JESÚS PARA PERDONAR PECADOS:
Revisando la vida de Jesús, si bien tenemos relatados muchas sanidades y liberaciones hechas por él, el único caso relatado en el que Jesús primero dice a una persona que sus pecados le son perdonados para luego darle sanidad es el relato de este paralítico, que se repite en Mateo, Marcos y Lucas. Es interesante, porque en los relatos de todas las demás sanidades hechas por Jesús, no vemos que él tuviera que anunciar que sus pecados le son perdonados antes de dar la sanidad.
Es evidente que, en este caso particular, había pecados en la vida de este paralítico que no le permitían recibir la sanidad. Pienso que es probable que, en la mayoría de las otras sanidades hechas por Jesús, las personas ya hubieran aceptado el perdón de pecados al oír el mensaje del evangelio por parte de Jesús y quizá por eso no tuvo que explícitamente decirles que sus pecados le son perdonados, pero este paralítico evidentemente no podía aceptar su propio perdón. Sucede que muchas veces escuchamos prédicas maravillosas sobre el amor y perdón de Dios, pero, por alguna circunstancia de la vida, pensamos que sólo se aplican a los demás, nosotros estamos “muy desviados” de la voluntad de Dios como para recibir Su gracia y Su perdón. Es así que la “prédica general” a veces no funciona, necesitamos algo más personal y directo de parte de Dios.
En este caso, Jesús se dio cuenta del problema del paralítico y fue directamente a arrancarlo de raíz, diciéndole “tus pecados te son perdonados”. Una vez que el hombre aceptó el perdón, estaba preparado el terreno para poder hacer el milagro de sanidad.
Los fariseos y líderes religiosos creían que sólo Dios podía perdonar los pecados, para ellos era una blasfemia que alguien hablara en nombre de Dios declarando a otra persona que sus pecados le son perdonados. Leamos la respuesta de Jesús y presten mucha atención al texto:
MATEO 9:3-8 (RVA)
|3| He aquí, algunos de los escribas dijeron entre sí: —¡Este blasfema!
|4| Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: —¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
|5| Porque, ¿qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate y anda”?
|6| Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra, —entonces dijo al paralítico—: ¡Levántate; toma tu camilla y vete a tu casa!
|7| Y se levantó y se fue a su casa.
|8| Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Dios, quien había dado semejante autoridad a los hombres.
Cuando leemos esto, generalmente pensamos que la gente se asombró del poder que provenía de Jesús y su capacidad para hacer milagros, pero no es eso lo que está diciendo este pasaje en particular. Noten que en el versículo 6 Jesús declara que él tiene autoridad para perdonar pecados. Esa palabra “autoridad” es en griego exousia, que significa “autoridad, derecho, poder”; es tener el control sobre una persona o situación, el derecho o autoridad a tomar ciertas decisiones o ejecutar ciertas acciones, también se define como la libertad de tomar determinadas decisiones. Jesús declara tener esa autoridad para perdonar los pecados, y noten lo que dice el versículo 8:
MATEO 9:8
Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Dios, quien había dado semejante autoridad a los hombres.
“Autoridad” es la misma palabra griega exousia. La gente se asombraba de que Dios hubiese dado a alguien la autoridad para perdonar los pecados. ¡Esto es lo que más asombro causó en estas personas!
Jesús ya había hecho muchos milagros y sanidades para cuando llegamos a este relato, sin ir más lejos, en el capítulo anterior tenemos el relato de la sanidad de un leproso, a quien tan sólo le dijo “sé limpio” y fue sanado al instante. Tenemos el relato del sirviente del centurión que estaba postrado, paralítico y con muchos dolores, y Jesús lo sanó sólo con su palabra, sin siquiera ir a hablar con el sirviente (otro ejemplo de fe por parte de alguien que no es quien recibe la sanidad). Luego sanó a la suegra de Pedro. Esa misma tarde, dice el 8:16, que le trajeron muchos endemoniados y sanó a todos los enfermos. Después de esto sana a los dos endemoniados gadarenos y así llegamos al capítulo 9. Jesús estaba rodeado de gente que venía a escucharlo porque ya habían visto u oído sobre todos los milagros de Jesús, una sanidad más no sería algo tan asombroso después de tantas cosas que ya había hecho Jesús, esto parecía ser “moneda corriente” en el día a día de Jesús. Pero ellos aquí por primera vez (al menos si tenemos en cuenta lo relatado) escuchan que Jesús tiene autoridad para perdonar los pecados, y esto los asombró, se asombraron de que Dios hubiese dado a un ser humano la capacidad de perdonar pecados. Jesús recibió de parte de Dios la autoridad para determinar el perdonar los pecados de una persona si él lo consideraba correcto.
Con esto Dios iba reforzando más y más la idea de que Jesús era Su hijo y el Mesías prometido. Pero noten lo que hizo Jesús al respecto:
5 – TODA LA GLORIA ES PARA DIOS:
Volvamos a leer Mateo 9:8:
MATEO 9:8 (RVA)
Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Dios, quien había dado semejante autoridad a los hombres.
A pesar del gran poder que Jesús estaba demostrando sobre la Tierra, a pesar de la autoridad de sus palabras, la grandeza de su sabiduría y la potencia de sus prédicas, las personas siempre terminaban dando la gloria a Dios. Isaías 43:7 nos dice que Dios nos creó para Su gloria, este es el propósito principal de nuestra existencia y Jesús lo sabía muy bien.
En el día de hoy muchas veces terminamos de oír un discurso o prédica, o un estudio sobre las Escrituras, y puede que terminemos “glorificando” a la persona que presentó ese estudio. Algunos sin quererlo reciben la gloria de las personas, pero otros de forma pensada y sistemática tratan de recibir la gloria sobre lo que predican o enseñan.
Como fieles servidores de Dios, nuestra meta tiene que ser que todo lo que hagamos sea para gloria de Dios. Y esto no sólo para los que enseñan o predican, sino para todos los creyentes cristianos.
COLOSENSES 3:23-24 (RVA)
|23| Y todo lo que hagáis, hacedlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres,
|24| sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor servís!
Pablo aquí dijo que TODO lo que hagamos debe ser hecho de buen ánimo, como para el Señor y no para los hombres. Ya sea que trabajes en una oficina, en una obra en construcción, ya sea que estés cortando el pasto, o fabricando un mueble, componiendo una canción, atendiendo el teléfono para una empresa, diseñando publicidades, o lo que sea, todo debe ser hecho como para el Señor y no para los hombres. Si tienes un jefe difícil, puedes procurar buscar un mejor empleo, pero mientras trabajes allí, hazlo todo como para el Señor, de buen ánimo, aunque no te paguen lo que corresponde, o no sean justos con el trato, Dios ve todo y dará Su recompensa a su debido tiempo.
Y en el caso de que estemos ministrando para Dios, sirviendo en la evangelización, prédica o enseñanza, con más razón nuestro foco debería ser siempre la gloria para Dios. Jesús fue el más grande hombre que pisó la Tierra, demostró el amor y poder de Dios como ningún otro, pero aun así supo hacer que la gente siempre diera la gloria a Dios por lo que él hacía.
Estas son 5 lecciones que he querido compartir sobre este pasaje en Mateo 9:2-8. Seguramente se pueden extraer muchas más lecciones, porque la Palabra de Dios es una fuente continua de enseñanzas, cada uno puede luego, mediante la lectura, la reflexión y la oración, recibir más lecciones de este pasaje y de toda la Escritura.
Como pueden notar, en esta ocasión no nos metimos en muchos tecnicismos (excepto por la breve descripción de la palabra griega exousia). Muchas grandes lecciones de la Biblia no requieren gran erudición, sino leer con atención, reflexionar, tratar de ponerse en la situación, tratar de conectar lo que estamos leyendo con otras cosas que sabemos de la Biblia y de Dios y, por supuesto, pedir a Dios sabiduría. Hay grandes tesoros todavía por descubrir en las Escrituras que nuestro Padre nos ha dejado.
La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
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