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DE LA AMARGURA TOTAL A UNA BENDICIÓN INESPERADA

Por Pablo Pereyra

A veces las situaciones de la vida nos pueden llevar a un estado total de amargura. Llegamos al punto de pensar que ya no habrá bendiciones para nosotros, que Dios está lejos nuestro, estamos en un punto donde parece que sólo estamos “sobreviviendo”, sin encontrar mucho sentido para la vida.

En este punto pareciera que hemos perdido toda fe y esperanza, pero Jesús dijo que con la fe de una semilla de mostaza podríamos mover montañas (Mt. 17:20). Por supuesto, esto que dijo Jesús es una figura, para mostrar lo mucho que se puede lograr con una pequeña fe.

¿Cuál es la pequeña fe que necesitamos?

En Mateo 8:23-27 vemos que Jesús y los discípulos estaban en una barca, se levantó una gran tempestad mientras Jesús estaba durmiendo, los discípulos temieron por su vida, despertaron a Jesús y le dijeron “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” Jesús, incluso antes de calmar la tormenta, les preguntó por qué tenían miedo y los llamó “hombres de poca fe”. De haber tenido ellos “mucha fe”, quizá habrían pensado: “estamos con Jesús, él es el hijo de Dios, lo vimos hacer un montón de milagros, siempre hace lo que Dios le revela, así que estamos seguros aquí, no dejará que nos suceda nada malo”. No obstante, ellos temieron por sus vidas, pero su “pequeña fe” les permitió al menos ir con un desesperado pedido de ayuda a Jesús.

En el libro de Rut, tenemos la historia de Noemí, que tenía un esposo de nombre Elimelec y dos hijos. Ellos fueron a la tierra de Moab porque había hambre en su tierra natal, Moab era un lugar donde la gente adoraba a dioses paganos. Los dos hijos de Noemí se casaron con mujeres moabitas, una era Orfa y otra Rut. El marido y los dos hijos de Noemí mueren, y en ese tiempo, para una mujer era muy difícil mantenerse sin un hombre que la ayude, así que Noemí quedó desamparada. Luego Noemí oye que Judá había comenzado a prosperar nuevamente y decide volver, pero le dice a sus dos nueras que se vuelvan a su tierra, porque ella no tenía nada que darles. Orfa vuelve, pero Rut decide acompañar a Noemí y le dice:

RUT 1:16 (RVA)
Pero Rut respondió: —No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

Rut decidió que seguiría al Dios de Noemí, el Dios de Israel, y decidió que iba a acompañar a Noemí pase lo que pase. ¡Quién pudiera hallar amigos así!

Pero la amargura de Noemí era muy grande, tanto que ya no quiso que la llamaran Noemí, sino que pidió que la llamen “Mara” que significa “amarga” (Rut 1:20-21). Ella pensaba que Dios la había afligido y llegó a tal punto de amargura, que quería que la llamen “amarga”. ¿Qué tanta amargura hay que tener para querer que la gente la llame así? En este punto, uno podría pensar que Noemí había perdido toda fe y esperanza.

En el capítulo 2 de Rut, leemos que Noemí tenía un pariente de su marido que estaba en buena posición, de nombre Boaz. Rut decide ir al campo de Boaz a recoger espigas y ver si Boaz la contrataba para trabajar allí. Rut trabajó tan bien, que llamó la atención de Boaz y él le pidió que no se vaya a otro campo, que se quede a trabajar ahí. Además, le habían contado a Boaz cómo Rut había dejado su tierra para seguir a Noemí y seguir a Dios, esto sin dudas movió el corazón de Boaz, que también era creyente y, si siguen leyendo la historia, al final Boaz se casa con Rut y de ellos luego nacería Obed, padre de Isaí, ¡padre de David!

Casi al final del libro de Rut leemos:

RUT 4:13-15 (RVA)
|13| Boaz tomó a Rut, y ella fue su mujer. El se unió a ella, y Jehovah le concedió que concibiera y diera a luz un hijo.
|14| Entonces las mujeres decían a Noemí: —¡Alabado sea Jehovah, que hizo que no te faltase hoy un pariente redentor! ¡Que su nombre sea celebrado en Israel!
|15| El restaurará tu vida y sustentará tu vejez, porque tu nuera, que te ama y te es mejor que siete hijos, lo ha dado a luz.

Noemí pasó de un estado de gran amargura, donde ya pensaba que todo estaba perdido, a un estado de gran bendición ¡y no tuvo que hacer nada! La bendición vino por medio de Rut.

Noemí no perdió toda la fe, ella seguía creyendo y respetando a Dios, ella no fue tras otros dioses, no cambió su vida para seguir una conducta ilegal o inmoral, ella se mantuvo íntegra y Dios la bendijo a través de Rut. Además, seguramente ella y su marido habrían sido las que guiaron a sus hijos a creer en Dios, pero por la fidelidad de Rut a Noemí, podemos pensar que Noemí fue una gran influencia espiritual para Rut.

Lo que vemos de estas dos historias es que aún en la mayor amargura, aún cuando parece que no hay esperanzas, aunque tengamos miedo, incertidumbre, dudas, tristeza y dolor; si mantenemos nuestra mirada puesta en Dios, guardando esa pequeña fe que nos hace querer seguir a Dios a pesar de todo, sin voltearnos a buscar otras “fuentes de poder”, Dios hará Su obra.

Muchas veces, el acto de fe que se requiere de nosotros no es actuar, sino resistir.

HEBREOS 10:39 (RVA)
Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma.

La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia

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