«Si me amas no intentes cambiarme»
¿Han oído alguna vez esta frase o algo similar? Esta es otra de tantas frases de la “sabiduría popular”. Una frase muy repetida, pero ¿realmente debería ser así? ¿Debemos dejar que nuestros seres queridos sean lo que son aun cuando están en error? ¿O debemos señalar ese error e intentar hacerles ver la necesidad de un cambio? Si alguien intenta cambiarme ¿es porque no me ama? ¿Está en contra nuestra todo aquél que intenta cambiarnos?
En lo personal esta frase me parece de lo más absurda, ¿cómo no voy a tratar de corregir el error de aquél o aquella a quien quiero? Los que son padres o madres van a entender esto perfectamente ¿querrían que sus hijos continúen continuamente en un error o intentarán hacer todo lo posible para que sean mejores personas? Si yo veo que mi hijo tiene una mala conducta o mal hábito ¡por supuesto que intentaré hacer que cambie! Y precisamente, como lo quiero, más voy a preocuparme por hacerlo cambiar. A mí no me interesa producir el cambio en gente que no estimo, pero a los que amo quiero verlos cada vez mejor, desarrollando todo su potencial, con vidas bendecidas y con mucho fruto espiritual. Por supuesto que ninguno de nosotros es perfecto, pero una persona con una mente sana debería siempre procurar mejorar continuamente su vida y no quedarse estancada en conductas inadecuadas.
La frase “si me amas, no intentes cambiarme” parece ser más bien una excusa de aquellos que no tienen el valor o voluntad de hacer el cambio en aquellas cosas que saben que están haciendo mal. Parte de la soberbia, el egoísmo, la comodidad o el temor. Entonces, cuando alguien les señala el error, en lugar de reconocer ese error e intentar cambiar y mejorar, lo que hacen es escudarse en la sabiduría humana, la filosofía del ego, la pereza y la cobardía.
Piensen en Dios ¿quién ama más que Él? ¡Por supuesto que nadie! ¿Nos quiere Dios tal como somos? ¡Seguro! Pero ¿quiere Dios que sigamos siendo como somos o pretende hacernos cambiar?
HEBREOS 12:7-13 (NVI)
|7| Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?
|8| Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos.
|9| Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?
|10| En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad.
|11| Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.
|12| Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas.
|13| «Hagan sendas derechas para sus pies», para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.
Dios nos ama, nos ama más que nadie en toda la creación, nos ama tanto que dio a Su hijo por nosotros (Jn. 3:16), y porque nos ama, intenta disciplinarnos ¡Él va a intentar cambiarnos! Él quiere que enderecemos lo torcido, que caminemos en una senda recta, que nos dejemos de excusas y pongamos voluntad para andar en Sus caminos.
PROVERBIOS 13:24 (RVA)
El que detiene el castigo aborrece a su hijo, pero el que lo ama se esmera en corregirlo.
EFESIOS 4:22-24 (RVA)
|22| Con respecto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos del viejo hombre que está viciado por los deseos engañosos;
|23| pero renovaos en el espíritu de vuestra mente,
|24| y vestíos del nuevo hombre que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad.
1 PEDRO 1:14-16 (RVA)
|14| Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones que antes teníais, estando en vuestra ignorancia.
|15| Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir,
|16| porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Como podemos ver, lo que Dios requiere de nosotros es la santidad. Él quiere que cambiemos y esto es porque Él nos ama. El verdadero amor siempre va a buscar el cambio del ser amado (obviamente me refiero al cambio para bien).
1 JUAN 5:2-4 (RVA)
|2| En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos.
|3| Pues éste es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son gravosos.
|4| Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.
Juan va un paso más allá y nos dice incluso que el amor a Dios y hacia otros hijos de Dios consiste en guardar Sus mandamientos, y además nos dice que Sus mandamientos no son gravosos y que en este andar de amor y de fe está la victoria que ha vencido al mundo.
Es así que vemos que el verdadero amor busca el cambio. Quien ama a Dios va a buscar la santidad y quien ama a otra persona, va a querer que esa otra persona también siga en camino del crecimiento espiritual, de la búsqueda de la santidad en Dios. Y en ese crecimiento habrá victoria.
En definitiva, si alguien te quiere de verdad, te hará cambiar, no hacia sus propios intereses, sino para gloria de Dios, y si alguien no se mete en tus asuntos y en tu vida, si ve tus errores y no te los señala, aunque parezca que te respeta, en realidad no te quiere lo suficiente.
Con esto tampoco quiero dar a entender que hay que ir por todos lados señalando los errores de todo el mundo, cada cosa tiene su momento, su lugar y su forma adecuada. Hay veces que decimos la verdad, pero de un modo incorrecto, o en un tiempo inapropiado y en esto hay que ser prudentes, para no herir o alejar de nosotros a aquel o aquella a quien queremos ayudar. Pero sí es bueno orar a Dios y sabia y prudentemente tratar de ayudar a otros a un cambio para bien en la medida que sea posible, a la vez que también revisamos nuestra propia conducta, no vaya a ser que estemos queriendo sacar la paja en el ojo ajeno y tengamos una viga en el propio.
¿Queremos la victoria que vence al mundo en nuestras vidas? ¡Busquemos el cambio! ¡Busquemos el constante crecimiento en la fe y obediencia a Dios y al Señor Jesucristo! Como humanos, no llegaremos a la perfección en esta era, pero, aun así, debemos buscarla cada día de nuestras vidas. En tanto que no seamos perfectos, siempre habrá algo que cambiar, algo que mejorar. No usemos la filosofía urbana y humana para alimentar nuestra pereza y cobardía ¡la victoria está detrás de la disciplina del Señor!
La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
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