¿POR QUÉ ELEGIMOS LA AUTODESTRUCCIÓN?
La persona que fuma, generalmente sabe que el cigarrillo le hace mal, que puede traerles problemas a los pulmones, garganta, problemas respiratorios, metabólicos, incluso cáncer. No obstante, dejar el cigarrillo le cuesta muchísimo. Muchos fumadores eligen el daño del cigarrillo a un placer o calma momentánea que éste le trae, aunque el beneficio es de muy corto plazo y el daño acumulativo puede ser irreversible.
No es mi idea juzgar y condenar a nadie que fume, sino mostrar, con un ejemplo claro, cómo es que muchas veces elegimos la autodestrucción, hacemos cosas que nos dañan por un placer o beneficio momentáneo, a veces no sabemos que nos estamos dañando, pero también es frecuente que hagamos cosas perjudiciales sabiendo que estamos haciendo mal.
Romanos 6:23 (RV-1960)
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
El apóstol Pablo nos dice que la paga del pecado es muerte. Todo pecado que cometemos nos trae muerte, mata algo en nosotros, todo pecado nos genera un daño a nivel físico, mental o espiritual. Por eso, podemos decir que cada vez que elegimos pecar, estamos eligiendo la autodestrucción, nos hacemos daño a nosotros mismos.
Pero ¿por qué elegimos hacer cosas que ofenden a Dios y nos daña a nosotros, o incluso a otros? Y el problema es que muchas de esas acciones pecaminosas satisfacen deseos de nuestro interior.
1 Juan 2:16 (RV-1960)
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Efesios 6:12 nos dice que no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra huestes espirituales de maldad. Dios nos creó para desear cosas buenas, pero el Diablo y otros espíritus de maldad están en el mundo influyendo nuestros pensamientos y tentándonos para que cometamos pecados.
El nombre “Diablo” significa “Calumniador”, lo cual describe la forma en que él actúa, él calumnia a Dios y miente para que creamos que los caminos del pecado son mejores y más placenteros que los caminos de Dios. Influencia nuestra mente para seducirnos hacia lo malo. No es que está directamente “susurrándonos” tentaciones todo el tiempo, sino que, de alguna forma que no comprendemos del todo, logra implantar en nosotros los deseos hacia el pecado, que en cada persona puede ser diferente.
Algunos tendrán deseo hacia el alcohol, otro hacia las drogas, otros hacia la pornografía, otros hacia los video juegos, otros hacia relaciones sexuales ilícitas. Pero también hay otros pecados más sutiles y que no son tan mal vistos a los ojos de las personas, como el exceso de trabajo, la mala alimentación, la pereza, la falta de interés por las cosas de Dios, la búsqueda de dinero, fama o prestigio, etc.
Santiago 1:13-15 nos dice que Dios no nos tienta con el mal, sino que somos tentados desde la concupiscencia, esta palabra en griego es epithumia, que simplemente se refiere a un deseo intenso. A veces tenemos deseos intensos por cosas buenas, pero también solemos tener deseos intensos que nos llevan al pecado.
Jeremías 17:9 nos dice que el corazón es engañoso, no podemos confiar en nuestros impulsos, por eso Dios dejó Su Palabra, para que aprendamos a diferenciar lo bueno de lo malo.
En Romanos 7:7 Pablo dice que él no sabría que la codicia es pecado si la ley de Dios no lo dijera. Las leyes de Dios nos muestran el corazón e intención de Dios para que aprendamos a distinguir lo bueno de lo malo.
No obstante, el Diablo también usa la ley de Dios para tentarnos a romperla. Pablo en Romanos 7:11 dice que el pecado tomó ocasión por el mandamiento y lo engañó y por medio de él lo mató.
El “pecado” en Romanos 7 es una figura de personificación que simboliza a la acción del Adversario, él conoce la ley de Dios y por eso busca que nosotros rompamos esa ley, quiere que hagamos todo aquello que Dios no desea que hagamos y para eso utiliza el engaño. El Enemigo nos hace creer que ese pecado no es tan malo, que no nos hará daño, que lo disfrutaremos, que nos ayudará a calmar los nervios, a distraernos, a desconectarnos de la realidad, etc., y es así que nos termina “matando”, porque, como vimos, la paga del pecado es muerte.
Y así es que muchas veces terminamos haciendo lo que no queremos hacer, cometemos, conscientemente, el pecado que aborrecemos, tal como dijo Pablo en Romanos 7
Romanos 7:7-25 (RV-1960)
|18| Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
|19| Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
|20| Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
|21| Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
|22| Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
|23| pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
|24| ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
|25| Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Como cristianos, todos queremos hacer la voluntad de Dios y nuestro máximo deseo es andar perfectamente, como anduvo Cristo. Pero nos damos cuenta que muchas veces terminamos haciendo el mal que no queremos hacer. Pablo describe este mismo conflicto y cómo esta lucha interna nos hace sentir miserables, indignos, porque nos damos cuenta cuánto nos cuesta mantenernos en santidad, nos damos cuenta que muchas veces elegimos la muerte, la autodestrucción.
Pero luego Pablo agradece a Dios, porque por medio de la fe en Jesús nosotros sabemos que Dios nos libró de la consecuencia final del pecado, que es la muerte definitiva en el lago de fuego. No importa cuántos pecados cometamos, si hemos hecho a Jesús Señor, viviremos para siempre en el reino venidero, no obstante, esto no es excusa para pecar, porque el pecado sí nos trae consecuencias en el tiempo presente.
Si queremos vivir con mayor plenitud en el presente, alejándonos de todo aquello que nos daña, tenemos que procurar andar en la voluntad de Dios, sin pecado, aprendiendo cómo es que Dios quiere que vivamos, siendo responsables con nuestras vidas, con nuestro cuerpo y mente, con nuestra alimentación física, mental y espiritual, y nunca usar la gracia de Dios como excusa para andar en pecado.
Romanos 6:11-16 (RV-1960)
|11| Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
|12| No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
|13| ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
|14| Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
|15| ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
|16| ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
Si esta publicación te bendijo, por favor ayúdame orando por mi servicio a Dios, compartiéndo esta página con tus amigos y seres queridos y dándole tu «me gusta» a la página de Facebook de «En Honor a Su Verdad»
Ante cualquier duda o consulta, puedes contactarte conmigo por e-mail a [email protected] o por mensaje privado en mi Facebook personal