LA LEY DE LA CREENCIA ¡BASTA DE METAFÍSICA EN EL CRISTIANISMO!
Escribí, ya hace un tiempo, un artículo acerca de la ley de la creencia que voy a referenciar al final de esta reflexión, así que no voy a repetir todo lo que ya expliqué allí.
Veo constantemente la necesidad de tener que aclarar una y otra vez estas cosas, porque este tipo de doctrinas erróneas ha penetrado profundo en muchos cristianos, al punto que muchas veces, en lugar de decir “estoy orando por tal cosa” dicen “estoy creyendo por tal cosa” ¡pero sin tener ninguna instrucción de Dios al respecto!
La definición básica de la palabra griega pistis (fe, creencia) es “confianza, seguridad, convicción”. Así que, tener “fe” o “creer” no es más que confiar en Dios y en Su voluntad.
Pero, si vamos al término en hebreo, entre ellos la fe no era sólo una confianza que está en la mente, sino algo que debía ser evidenciado en las acciones, por eso no vamos a ver la palabra “fe” muy seguido en el Antiguo Testamente, para el hebreo era “fidelidad”, así que la fe, bíblicamente, es la fidelidad a Dios, es confiar en él al punto de hacer Su voluntad, por eso a mí me gusta llamarla “convicción en acción”.
Si tener fe es confiar en Dios y hacer Su voluntad, lógicamente, tenemos que conocer Su voluntad para poder tener fe, sin una información dada por Dios, no podríamos tener una fe verdadera.
Pero algunos toman a la fe como una actitud de la mente, confunden la fe con “pensar el positivo” y, si bien pensar en positivo tiene beneficios a nivel psicológico, ningún pensamiento positivo puede activar el poder espiritual de Dios. Dios no responde a nuestra positividad, sino a nuestra obediencia.
La doctrina de la “ley de la creencia” o “ley de la fe” nos dice que “todo lo que creemos, eso sucede”, estas son ideas que no vienen de la Biblia, sino del paganismo y la metafísica humana. Algunos también han llamado a este tipo de ideas “ley de atracción” y “ley del pensamiento positivo”. Este tipo de ideas suelen ir de la mano con lo que llamamos “teología de la prosperidad”, que dice que si uno tiene verdadera fe va a tener también un buen pasar económico (se ve que, para esta gente, el apóstol Pablo no fue un hombre de fe); y con la idea de que el cristiano puede “decretar” bendiciones y “reclamar” su sanidad.
En metafísica y ontología se enseña que: “La Ley de la Creencia nos dice que aquello en lo que creamos emocionalmente es lo que en definitiva se convierte en nuestra realidad. Cuanto más intensamente creas que algo es verdad, más posibilidades hay de que ese algo se convierta en algo verdadero para ti.”
E.W. Kenyon decía que “La fe en tu propia fe es la ley del éxito en el reino del espíritu”. Victor Paul Wierwille escribió: “la ley de la creencia es la más grande ley en la Palabra y en todo el mundo. Creer funciona igual para el santo como para el pecador.” Otros autores populares en el cristianismo como Joyce Meyer, Joel Osteen, Kenneth Hagin, Paul Yonggi Cho y Benny Hinn, entre muchos otros, sostienen ideas similares, con diferentes matices.
Pero la Biblia jamás menciona ninguna “ley de la creencia” y, con un solo versículo derrumba por completo todas estas ideas:
Lamentaciones 3:37 (RVA)
¿Quién será aquel que diga algo y eso ocurra, sin que el Señor lo haya mandado?
Nadie, absolutamente nadie, por más que piense o repita sus deseos una y otra vez, va a obtener algo de Dios si no es Su voluntad. En todo caso, si una persona logra “atraer” a su vida algo sin haber hecho la voluntad de Dios, lo más probable es que venga como consecuencia del propio esfuerzo, o de otra fuente espiritual (el Adversario). Nadie va a conectarse con el poder de Dios sólo repitiendo un pensamiento positivo en su mente, al poder de Dios accedemos mediante la oración y la obediencia a Su Palabra.
Si yo quiero una casa, un auto, un teléfono o quiero sanidad, lo que tengo que hacer no es “creer” por esas cosas, sino ORAR. Si en la oración Dios me da una instrucción específica sobre cómo obtener esas cosas, recién ahí tengo algo sobre lo cual CREER. Si, por ejemplo, Dios me dice que para mejorar mi salud tengo que cambiar mi alimentación, y así lo hago, recién ahí puedo decir que estoy “creyendo para ser sano”.
Pero si tan sólo con un pensamiento positivo pudiera obtener lo que quiero ¿para qué quiero una relación con Dios? Si, como dijo Wierwille, la ley de la creencia funciona igual para el incrédulo ¿para qué querría el incrédulo acercarse a Dios? Le bastaría con “pensar” en que va a vivir para siempre, o que va a reencarnar (como lo hacen en otras religiones) y, si lo creen con suficiente convicción ¿sucederá? Los extremistas islámicos están plenamente convencidos de que Alá (Dios) los va a recompensar por inmolarse y matar “infieles” ¿acaso recibirán recompensa por esa “fe” que tienen?
Son ejemplos extremos, pero espero sirvan para entender que no hay una “ley de la creencia” que funcione igual para creyentes e incrédulos. Lo que hay es un Dios que es Todopoderoso, sabio y que nos ama, que cuando acudimos a Él nos ayuda y provee.
La “ley de la creencia” le da la gloria a la persona que cree, mientras que creer en la instrucción de la Biblia, orar a Dios y esperar en Su gracia y misericordia le da la gloria a Dios ¿cuál creen que será el camino verdadero?
Hasta cierto punto, creo que es lógico que a la gente le guste tanto la doctrina de “ley de la creencia”, porque este tipo de pensamiento no los confronta con sus pecados y errores, no les pide que CAMBIEN sus vidas, sólo que piensen más en lo que quieren obtener. Por otro lado, la Biblia nos alienta a cambiar, a buscar la santidad y la justicia, a morir al pecado y corregir lo que esté mal en nosotros:
Santiago 4:2-8 (RVA)
|2| Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, pero no podéis obtener. Combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís.
|3| Pedís, y no recibís; porque pedís mal, para gastarlo en vuestros placeres.
|4| ¡Gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios.
|5| ¿O suponéis que en vano dice la Escritura: El Espíritu que él hizo morar en nosotros nos anhela celosamente?
|6| Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
|7| Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros.
|8| Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y purificad vuestros corazones, vosotros de doble ánimo.
¿Qué haremos como cristianos? ¿Vamos a creerle a las doctrinas humanas que nos dicen que sólo con pensamientos positivos “mágicos” podemos cambiar todo en nuestra vida, o creer la revelación de Dios e intentar conducirnos conforme a Su voluntad?
2 Corintios 7:1 (RVA)
Así que, amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Para seguir estudiando:
¿Qué es la fe? (serie de enseñanzas en audio)
La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
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