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“Dime con quién andas y te diré quién eres”

Por Pablo Pereyra

“Dime con quien andas y te diré quién eres” es una frase muy conocida y repetida de la sabiduría popular. Pero ¿Qué nos dice la Biblia al respecto?

JEREMÍAS 15:17 (RV-1960)
No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía; me senté solo, porque me llenaste de indignación.

SALMOS 1:1 (RVA)
Bienaventurado el hombre que no anda según el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los burladores.

Jeremías dijo no “sentarse” en compañías de burladores. David llama “bienaventurado” al que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni se sentó en silla de escarnecedores.

Sin embargo, el texto en sí no nos está diciendo que una persona pueda ser evaluada tan sólo por la compañía que tiene. En estos versículos la palabra “sentarse” tiene un sentido figurado que implica “quedarse” en un lugar determinado. Cuando Jeremías dice no haberse “sentado” en compañía de burladores, lo que quiere decir, por medio de esta figura, es que él no se quedó allí con los burladores participando de sus burlas e injurias. Del mismo modo, cuando David llama “bienaventurados” a los que no se sentaron en silla de escarnecedores, está hablando de gente que no participó de ese tipo de actividades.

Análisis de Salmos 1:1

SALMOS 1:1 (RVA)
Bienaventurado el hombre que no anda según el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los burladores.

Veamos con detalle estas bienaventuranzas de David, que son tres:

1) El que no anduvo en consejo de malos. 2) El que no estuvo en camino de pecadores. 3) El que no se sentó en silla de escarnecedores.

Esta es una forma muy poética y elaborada de escribir. Para cada punto usa un verbo (anduvo, estuvo, sentó); un sustantivo sobre el cual se realiza la acción (consejo, camino, silla) y los sujetos que están involucrados en esa acción (malos, pecadores, escarnecedores). Es un hermoso salmo que pone de énfasis cómo bendice Dios a la persona que no participa de estas cosas.

“Andar en consejo de malos” significa recibir el consejo de una persona con malas intenciones, y ponerlo en práctica. Piensen en la cantidad de “consejos” que recibimos de gente que no respeta a Dios y cuántas veces hemos caído en ello por pensar que eran buenos consejos. Por lo general estos consejos parecen ser “sabios”, son consejos con los cuales podemos obtener un beneficio rápido y con poco esfuerzo, pero que implican ir contra la voluntad de Dios.

“Estar en camino de pecadores” nos comunica algo distinto. Aquí no se habla de “andar” en ese camino, sino de “estar”, esta palabra “estar” transmite el sentido de quedarse en ese lugar. Sucede que en nuestras vidas a veces nos desviamos del camino y cometemos pecado, esto es algo común en todo ser humano, pero se vuelve algo realmente malo cuando nos “quedamos” en ese camino, cuando no intentamos hacer el cambio, cuando no nos arrepentimos y nos quedamos en la senda del pecado.

“Sentarse en silla de escarnecedores”, como dije antes, implica participar de las actividades de estas personas y, en cierta forma, estar “cómodos” con esas prácticas. Si estamos parados en un lugar, generalmente es indicio de que esa estadía es momentánea, pero cuando nos sentamos es porque planeamos quedarnos un tiempo en ese lugar y queremos estar cómodos.

El escarnecedor es el que se burla de los demás, son esas personas que se divierten o entretienen haciendo mal a los demás. Sucede con frecuencia que, dentro de un grupo de escarnecedores, hay quienes activamente idean y llevan a cabo las burlas o maldades hacia otras personas, pero también hay otros que simplemente están allí para divertirse con lo que hacen los otros. Estos son los que se “sientan” con los escarnecedores, quizá no idean las maldades, pero están allí “sentados”, disfrutándolas y divirtiéndose con éstas.

Lo que nos está diciendo aquí la Escritura es que no sólo no debemos burlarnos y hacer maldades a los demás, sino que es malo aún juntarnos con quien lo hace, divertirnos del mal que se le hace a otro no es algo que agrade a Dios y no seremos “bienaventurados” si participamos de estas cosas.

Jesús se junta con pecadores

Ahora bien, volviendo al tema de este artículo ¿se podría evaluar a una persona en base a la gente con la que se junta? Por lo que hemos leído parecería que sí, pero no podemos basar nuestras ideas sólo en un par de versículos, deberíamos recopilar más información de la Biblia para poder hacer una afirmación más segura.

MATEO 9:10-13 (RVA)
|10| Sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa, he aquí muchos publicanos y pecadores que habían venido estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos.
|11| Y cuando los fariseos le vieron, decían a sus discípulos: —¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?
|12| Al oírlo, Jesús les dijo: —Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.
|13| Id, pues, y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores.

Estos versículos nos muestran a Jesús recibiendo a gente “pecadora” a comer con él. Hay que entender que en estos contextos la palabra “pecadores” se refiere no a una persona que comete un pecado de vez en cuando, sino que así llamaban a aquellos que se consideraba que tenían una vida de pecado, que no eran religiosos y no ajustaban sus vidas a los mandamientos de Dios. Los fariseos (líderes religiosos de aquella época) no estaban para nada de acuerdo en que Jesús comiera con esta gente pecadora, pero Jesús dijo que él había venido a llamar a los pecadores al arrepentimiento.

Si juzgáramos a Jesús en base a nuestro refrán, podríamos pensar que Jesús era un pecador, de hecho, los fariseos hicieron esto mismo: juzgaron a Jesús en base a la gente con la que se juntaba:

MATEO 11:18-19 (RVA)
|18| Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: ‘Tiene demonio.’
|19| Y vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: ‘He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.’ Pero la sabiduría es justificada por sus hechos.”

LUCAS 15:1-2 (RVA)
|1| Se acercaban a él todos los publicanos y pecadores para oírle,
|2| y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: —Este recibe a los pecadores y come con ellos.

¿Lo ven? Estos fariseos murmuraban, ellos estaban juzgando a Jesús en base a su compañía, pero no lo estaban juzgando con justicia, porque si bien Jesús estaba rodeado de gente pecadora, él no estaba PARTICIPANDO de los pecados de los demás, sino que les estaba predicando el evangelio e instándoles al arrepentimiento. Por lo tanto, no es la compañía la que determina quiénes somos.

Pablo se junta con los judíos, los “sin ley” y los débiles

1 CORINTIOS 9:19-23 (RVA)
|19| A pesar de ser libre de todos, me hice siervo de todos para ganar a más.
|20| Para los judíos me hice judío, a fin de ganar a los judíos. Aunque yo mismo no estoy bajo la ley, para los que están bajo la ley me hice como bajo la ley, a fin de ganar a los que están bajo la ley.
|21| A los que están sin la ley, me hice como si yo estuviera sin la ley (no estando yo sin la ley de Dios, sino en la ley de Cristo), a fin de ganar a los que no están bajo la ley.
|22| Me hice débil para los débiles, a fin de ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo, para que de todos modos salve a algunos.
|23| Y todo lo hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

Aquí tenemos un caso similar al de Jesús. Pablo intentó “hacerse” de distintas “personalidades” para poder ganar al mayor número de personas posible para Cristo. Si aplicáramos la filosofía del “dime con quién andas…”, entonces, cuando Pablo andaba con los judíos, él “era” un judío, y si andaba con los sin ley, él “era” un sin ley, y si andaba con los débiles, él “era” un débil. ¡Pero no es así!

Pablo era un hombre de Dios, fuerte en Dios y que seguía la ley de Dios, pero fue adaptando su conducta para poder dar a conocer el evangelio de un modo efectivo. Pablo adaptó su conducta, pero jamás dice “me hice pecador para ganar a los pecadores” ¡No! Porque ahí sí habría quebrantado la voluntad de Dios. Sin embargo, siempre y cuando no participemos del pecado de los demás, es posible circunstancialmente estar rodeados de pecadores o de gente que no representa lo que nosotros somos, pero lo hacemos con la intención de ganarlos para Cristo, conforme a la guía del Señor.

El contexto y los límites sanos

Por supuesto, hay que entender el ejemplo de Jesús y Pablo dentro de los límites sanos de la Palabra y dentro de un marco de prudencia e inteligencia. Hoy en día a veces oíamos a algún predicador que dice ir a clubes y antros nocturnos, en donde se juntan “pecadores” de todo tipo y donde hay fiestas sexuales y descontrol y dicen ir ahí con el fin de “predicar” el evangelio. La excusa es que “Jesús predicó a pecadores y prostitutas”. Sin embargo, nosotros no leemos que Jesús haya ido a los antros de su época a buscar a los pecadores, sino que éstos venían al lugar donde Jesús estaba predicando y Jesús luego los recibía para comer con ellos en sus casas, lo cual es muy diferente.

No hay que ser ingenuos, el que está en un club nocturno participando de una fiesta descontrolada no fue allí a que le prediquen a Cristo y meterse en un lugar así para “predicar” es como si un cordero se metiera en la cueva de los lobos para convencerlos de hacerse vegetarianos, lo más probable es que nada bueno salga de todo eso.

La lección aquí es que la compañía circunstancial no determina quién o cómo es una persona, a veces buenas personas dejan que otras no tan buenas se acerquen a ellos con el fin de ayudarlos, y otras veces también las buenas personas son arrastradas por los malos en sus pecados, pero no siempre tener una mala compañía implica ser una persona mala en esencia.

El fruto: el verdadero indicador del corazón

Jesús dijo:

MATEO 7:16-21 (RVA)
|16| Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
|17| Así también, todo árbol sano da buenos frutos, pero el árbol podrido da malos frutos.
|18| El árbol sano no puede dar malos frutos, ni tampoco puede el árbol podrido dar buenos frutos.
|19| Todo árbol que no lleva buen fruto es cortado y echado en el fuego.
|20| Así que, por sus frutos los conoceréis.
|21| “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

No es con quién anda una persona lo que nos va a indicar qué clase de persona es, sino que son los frutos lo que evidencian el corazón de una persona. Si queremos saber “quién es” alguien, si queremos saber qué hay en su corazón, debemos prestar atención a sus frutos. Fíjense que Jesús dijo que no todos los que le digan “Señor, Señor” iban a entrar en el reino de los cielos.

Esto debería ponernos en alerta, nos está diciendo que hay muchos que con los labios dicen “Señor” a Jesús, pero que en su corazón no le aceptaron sinceramente como tal. Así que no podemos evaluar a una persona ni siquiera por sus palabras, no podemos confiar siquiera en aquellos que se la pasan diciendo que Jesús es su Señor. Entonces ¿cuáles son los frutos que debemos buscar para poder saber cómo es una persona?

GÁLATAS 5:22-23 (RVA)
|22| Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
|23| mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley,

Este es el fruto de un andar espiritual, es el resultado de andar conforme a la voluntad de Dios, conforme a la guía del Señor. Si una persona camina fielmente en la voluntad de Dios, con el tiempo irá creciendo en estas características, no en una sola, sino en todas en conjunto (por eso dice “fruto” y no “frutos”. Estas características se evidencian en todo tiempo, pero especialmente en momentos difíciles.

¿Cómo reacciona la persona cuando se presenta alguien que le estorba y molesta? ¿Se irrita fácilmente? ¿Es de levantar la voz con facilidad, de comportarse agresivamente? ¿Se pone nerviosa rápidamente cuando las cosas no salen como las esperaba o es realmente paciente ante las situaciones de angustia? ¿Habla mal de otros a sus espaldas? ¿Se comporta de modo vengativo? ¿Hace daño a otros sin causa alguna? ¿Actúa egoístamente y hace cosas para el propio beneficio sin pensar en los demás? ¿Ejerce dominio propio sobre su vida? ¿Se mantiene firme en Dios en medio de circunstancias adversas?

Todas éstas y otras preguntas son las que nos pueden ayudar a conocer cómo es realmente una persona, qué tan espiritual, creyente y confiable es la otra persona. La compañía puede variar circunstancialmente y no siempre es un indicativo adecuado de qué clase de persona se es, pero el fruto espiritual no se puede falsificar, ningún árbol de manzanas puede dar naranjas. Quizá alguien podría intentar pintar las manzanas de naranja para engañar a un desprevenido, pero con una observación más de cerca, o con un poco de tiempo, el fraude sale a luz.

De todos modos, siempre hay que tomarse tiempo para evaluar a otra persona, no podemos conocer el corazón de alguien en la primera vez que lo vemos, a menos que Dios nos dé una revelación específica, como lo hizo algunas veces con Jesús, que conocía las intenciones y corazón de los fariseos que venían a hablarle para tentarlo y hacerle caer.

Evitar las malas compañías

Por último, creo importante señalar que si bien la gente con la que nos juntamos no determina cuál es nuestro corazón, la Biblia nos muestra que no es conveniente tener malas compañías:

1 CORINTIOS 15:33-34 (RVA)
|33| No os dejéis engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.”
|34| Volved a la sobriedad, como es justo, y no pequéis más, porque algunos tienen ignorancia de Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.

Aquél que anda mucho tiempo con gente mala, cuyos pensamientos y conversaciones están de continuo contra la voluntad de Dios, al final termina corrompiéndose y siendo afectado por esas personas. Una cosa es estar con gente “pecadora” o del mundo por necesidad (como cuando se tiene una familia que no es creyente, o compañeros de trabajo hostiles), otra cosa dejar que se acerquen a nosotros gente “pecadora” o del mundo con el fin de hablarles la Palabra y una muy diferente es nosotros pasar tiempo con gente maligna a la que, lejos de poder cambiarlas para bien, nos terminan corrompiendo o afectando negativamente al punto que terminamos por participar de sus pecados, sus burlas y sus perversidades.

La diferencia a veces puede ser muy sutil, así que hay que ser prudentes, inteligentes, mantenernos aferrados a Cristo, la Cabeza del Cuerpo y orar constantemente a Dios por sabiduría en cada paso que damos y cada decisión que tomamos.

Si hacemos el bien y no participamos de los pecados ajenos, como dijo David, seremos “bienaventurados”.

SALMOS 84:5-7 (RVA)
|5| ¡Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, y en cuyo corazón están tus caminos!
|6| Cuando pasan por el valle de lágrimas, lo convierten en manantial. También la lluvia temprana lo cubre de bendición.
|7| Irán de poder en poder, y verán a Dios en Sion.

La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia

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