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Dios no cambia – Eras y administraciones en la Biblia

Por Pablo Pereyra

En este artículo vamos a explorar las eras y administraciones en la Biblia. Veremos que Dios no ha cambiado con el tiempo, pero sí han cambiando sus instrucciones y mandamientos en base a lo que Él ha necesitado para cumplir Su propósito y plan.

¿CAMBIÓ DIOS CON EL TIEMPO?

Cuando leemos la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento, vemos ciertas leyes que pueden parecer bastante duras o crueles en nuestros tiempos. Muchos cristianos se ven confundidos por el hecho de que en el Antiguo Testamento Dios parecería ser cruel y despiadado en comparación al amor mostrado por Jesús en la Tierra y el mensaje dado por los apóstoles. Algunos incluso enseñan que “Yahweh” o “Jehová” no es el Padre de Jesús, por supuesto, esta doctrina contradice por completo a las Escrituras. La Biblia nos dice:

MALAQUÍAS 3:6 (RVA)
“¡Porque yo, Jehovah, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Jacob, no habéis sido consumidos!

SANTIAGO 1:17 (RVA)
Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.

Santiago dice que de Dios proviene “toda buena dádiva y todo don perfecto” y que en Él “no hay cambio ni sombra de variación”, esto significa que Dios, en su esencia y corazón jamás ha cambiado. En Malaquías vemos que Dios le dice a Su pueblo que Él no cambia y que por eso mismo ellos no habían sido consumidos. El pueblo de Israel estaba siendo muy rebelde contra Dios, pero como Dios está lleno de amor, no los destruyó, sino que una y otra vez buscó restaurarlos y bendecirlos.

Pero si Dios no cambia ¿cómo se explican ciertas leyes dadas por Dios antiguamente?

LAS ERAS BÍBLICAS

HEBREOS 11:3 (VM)
Por fe entendemos que los siglos han sido constituidos por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve no fué hecho de cosas que aparecen.

Aquí la palabra “siglos” en el texto griego es aiön, que significa “era”, es el equivalente al hebreo olam, ambas palabras hacen referencia a un período de tiempo con determinadas características que lo distinguen. Por ejemplo, nosotros actualmente hablamos de “era del bronce” para referirnos a un período de tiempo en donde el ser humano comenzó a hacer utensilios y herramientas con el bronce; llamamos “era del hielo” a un período de tiempo en que, supuestamente, gran parte de la tierra estaba llena de hielo; llamamos “era de la información” al período de tiempo actual, en el que abunda la información y su difusión por el mundo es muy rápida. Así como los seres humanos hemos dividido nuestros tiempos en eras, del mismo modo lo hizo Dios, pero en base a características espirituales que son funcionales a Su propósito y plan.

La palabra “constituidos” es en griego katartizö, que puede traducirse como “ordenar, preparar, completar, arreglar, poner en condiciones, organizar”. Este versículo nos da la idea de que Dios ordenó o preparó las eras, o sea, los diferentes períodos en la historia espiritual de la humanidad, han sido preparados por Dios, no vinieron al azar.

EFESIOS 3:8-11 (RVA)
|8| A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo
|9| y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas.
|10| Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales,
|11| conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Pablo aquí dice primero que a él le fue concedida la gracia de anunciar “el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”. La palabra “inescrutables” significa “que no se puede encontrar, rastrear o detectar”. Este no es un evangelio “nuevo” o diferente, ya que él mismo aclaró que no hay otro evangelio (en Gálatas 1:7). Pablo anunciaba el evangelio del reino de Dios, o sea, la buena noticia de que por medio de la fe en Cristo el ser humano puede entrar en el reino venidero de Dios. Sin embargo, Dios no había revelado todo acerca de Su plan, Dios no había revelado muchas de las cosas que estarían disponibles para el creyente luego de la resurrección de Cristo, estas son las “inescrutables riquezas de Cristo”, son cosas que, si Dios no las revelaba, nadie podría “encontrarlas” por su cuenta.

En el versículo 9 Pablo dice que él debía aclarar a todos cuál es la “administración del misterio” y dice que este misterio “desde la eternidad había estado escondido en Dios”. Aquí hay varias cosas para analizar. En primer lugar, la palabra “aclarar” literalmente se traduciría “iluminar”, “traer luz”, se refiere a dar a entender algo que estaba en oscuridad u oculto. La palabra “misterio” es una palabra que se refiere a un secreto en el plano espiritual, podríamos traducirlo como “secreto espiritual”, es un secreto guardado por Dios que sólo Dios podría revelar. La palabra “eternidad” en griego es aiön, en plural, o sea “eras”, este secreto estuvo escondido en Dios “desde las eras”.

Pablo dice que él estaba trayendo luz sobre la “administración del secreto espiritual”. La palabra “administración” es la palabra griega oikonomia, de donde proviene la palabra en español “economía”. En su raíz, esta palabra es la unión de oikos: “casa” y nomos: “ley”. Se llamaba oikonomos a aquél que administraba una casa, y la palabra oikonomia, entonces, refiere a la administración, cuidado o dirección de una casa. En este caso la “casa” que debe ser cuidada es la “casa de Dios”, que es la Iglesia de Dios (1 Tim. 3:15), o sea, todos los cristianos, como conjunto, formamos la “casa de Dios” y esta casa requiere de administradores, o sea, gente fiel a Dios que reciba revelación de Dios en cuanto a cuáles son las “reglas” de la casa.

En diferentes épocas Dios ha establecido diferentes “reglas” para Su casa, o sea, ha dado diferentes mandamientos, leyes e instrucciones para mantener el orden entre los creyentes y para poder avanzar en Su propósito y plan para la humanidad. Dios no ha cambiado, pero Sus instrucciones van cambiando en función de las necesidades de cada época.

Con respecto a la “administración” dada a Pablo, unos versículos antes leemos:

EFESIOS 3:2-3 (RVA)
|2| Sin duda habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me ha sido conferida en vuestro beneficio.
|3| Por revelación me fue dado a conocer este misterio, como antes lo he escrito brevemente.

La “administración de la gracia”, es esa revelación que Dios dio al apóstol Pablo, dándole a conocer cosas secretas que Dios había ocultado con respecto a los logros de Cristo. Siempre que Dios da Su Palabra es un acto de gracia. Cuando Dios dio Su ley a Moisés, esa fue la “gracia” de Dios dada a Moisés y Moisés fue el administrador de esa gracia (vean Hebreos 3:1-6). Del mismo modo, aquí Pablo dice que Dios le dio la gracia de revelarle el secreto espiritual oculto desde eras antiguas y lo puso a él como administrador de ese secreto, o sea, Pablo debía dar a conocer a los creyentes aquello que Dios les reveló con respecto a los logros de Cristo en su muerte y resurrección y las nuevas “reglas de la casa” para la era presente.

EFESIOS 3:4-7 (RVA)
|4| Por tanto, leyéndolo, podréis entender cuál es mi comprensión en el misterio de Cristo.
|5| En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu,
|6| a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio.
|7| De éste llegué a ser ministro, conforme a la dádiva de la gracia de Dios que me ha sido conferida, según la acción de su poder.

Pablo dice que en otras generaciones este misterio, este secreto espiritual guardado por Dios no se dio a conocer a la humanidad. Parte de lo que Dios había ocultado es que en Cristo Jesús los gentiles (las naciones que no son descendientes de Israel) son coherederos de Cristo e incorporados en el mismo Cuerpo, siendo copartícipes de la promesa dada a Israel. Este hecho, de que todos los que creen en Jesús como Señor iban a ser miembros de un mismo Cuerpo espiritual en Cristo y todos partícipes de las mismas promesas, no se había dado a conocer en generaciones anteriores. Esta realidad espiritual que Dios creó en Cristo (la “nueva creación” que vimos previamente) no había sido previamente revelada y, junto con esta nueva creación en Cristo, hay otras realidades espirituales que se desprenden que habían estado completamente ocultas en eras anteriores.

Volvamos a leer los versículos 8 al 11:

EFESIOS 3:8-11 (RVA)
|8| A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo
|9| y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad [desde las eras] había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas.
|10| Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales,
|11| conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Lo que el versículo 9 nos está mostrando es que Pablo debía traer luz, traer nuevo entendimiento acerca de la administración del misterio. O sea, él estaba encargado de administrar toda esta nueva revelación que Dios le había dado. Esto es porque Dios no nos maneja, Dios no controla cada movimiento de Sus hijos, sino que trabaja en colaboración con nosotros. Si Dios me revela algo, depende de mí sí quiero darlo a conocer a otros o no, depende de mí si voy a aprovechar lo que Dios me muestra para ayudar a los demás o si voy a guardármelo. Por supuesto, Dios conoce nuestro corazón y no va a dar tales revelaciones a quien no sea fiel en su obra, pero eso no significa que Dios va a controlar cada cosa que hacemos. Es así que Dios vio la fidelidad de Pablo y le dio Su revelación para que él la administrara a los demás creyentes. Pablo podía ser fiel a Dios y comunicar lo que Dios le reveló, o podía callarse, guardárselo, ya sea por egoísmo o por miedo (recordemos la persecución que sufrieron los apóstoles, especialmente Pablo). Pero Pablo fue fiel y escribió estas cosas reveladas por Dios y trató de difundirlas a lo largo de su vida.

Notemos que en el versículo 10 dice que “ahora” (a partir de ese momento y no antes) era dada a conocer por medio de la Iglesia la multiforme sabiduría de Dios a principados, y autoridades en los lugares celestiales. Esto quiere decir que ni siquiera los espíritus de mayor rango, que están sirviendo a Dios desde el principio, sabían lo que Dios planeaba en Cristo, es un secreto que Dios se lo guardó sólo para Sí mismo y que lo reveló a la Iglesia, luego de que Jesús resucitara y que recién entonces lo conocieron también los ángeles y otros espíritus que sirven a Dios.

El versículo 11 nos habla de un “propósito eterno”, pero, nuevamente, la palabra “eterno” es una traducción incorrecta. La palabra griega es, otra vez, aiön, en su forma plural: “eras”. La traducción correcta sería “conforme al propósito de las eras”. Así que, uniendo lo que leímos en Hebreos y lo que vimos en Efesios 3, tenemos que:

Dios preparó las eras y lo hizo con un propósito claro, pero hay cosas referentes a los logros de Cristo que fueron escondidas por Dios en eras anteriores, que ni siquiera los espíritus de más alto rango supieron, y que fueron recién reveladas después de que Dios hiciera la nueva creación en Jesús, luego de su ascensión.

En cada era hubo diferentes reglas dadas por Dios para los creyentes que se acercaban a Él. Cada era tenía una forma diferente de ser administrada, a esto algunos llaman “administraciones” o “dispensaciones”. La Biblia no nos habla mucho sobre administraciones, pero sí hay muchas referencias a “eras”, no obstante, podemos ver que en diferentes eras también fueron cambiando algunas reglas e instrucciones de Dios. Esto, como dije antes, no significa que Dios cambia, sino que Sus instrucciones van cambiando en función de lo que Él necesite para seguir Sus propósitos y completar Su plan, pero también irán cambiando en función de cómo evoluciona nuestra sociedad.

La organización de estas eras y administraciones en la Biblia deben comprenderse como parte del plan de Dios para alcanzar Su objetivo final.

Las distintas leyes e instrucciones que Dios dio a los seres humanos en distintas épocas tuvieron como objetivo “educar” al ser humano. Es como las leyes que los padres ponen en sus casas para sus hijos. El objetivo de un buen padre y una buena madre es que su hijo crezca y se desarrolle con salud física, mental y emocional y pueda tener una vida bendita, siendo una persona de bien. Si el hijo por naturaleza hiciera todo aquello que es bueno y es correcto, los padres no necesitarían ponerle reglas a cumplir, pero debido a que tenemos una naturaleza humana caída, desde niños tendemos al egoísmo y los padres deben encargarse de poner límites para un crecimiento sano de sus hijos. Por ejemplo, si mi hijo intentara jugar con fósforos, yo tengo que prohibirlo, porque sé que se puede quemar, pero si sigue intentándolo, quizá deba alejar todos los fósforos de su alcance. Mi intención no es restringirlo, sino cuidarlo hasta que sea consciente de lo que hace. Si, por otro lado, él no se interesara por los fósforos, pero comienza a jugar con la PC o ver televisión 8 horas diarias, yo tendría que restringir la cantidad de tiempo que hace estas cosas, porque sé que le hará mal; pero si jamás se interesara por esas cosas, yo no necesitaría darle ninguna norma o restricción al respecto. Los padres vamos dictando “leyes” conforme a las conductas de nuestros hijos con el fin de llevarlos por buen camino. Del mismo modo debemos comprender que las leyes, mandamientos e instrucciones de Dios van cambiando para llevar a la humanidad por el mejor camino posible.

Es por eso que no podemos tomar todos los mandamientos de Dios como algo rígido e inamovible. La palabra hebrea torah, que muchas veces se traduce como “mandamiento”, en realidad significa “instrucción”, no está diseñada para ser una lista rígida de mandamientos, sino para ser una guía de aquello que a Dios le agrada y lo que no y, en base a esto, podamos entender cómo aplicar Sus mandamientos en el tiempo presente, cómo andar en Su voluntad en el día de hoy.

Si bien la Biblia no nos marca con precisión el comienzo y final de cada era, podemos determinar algunas de ellas a través de los eventos importantes que ocurrieron, los cambios de “reglas” que Dios hizo y también los diferentes pactos que fue haciendo con las personas y con la humanidad misma. La separación puede no ser del todo precisa, porque el cambio de una era a otra quizá tenga eventos que se solapan, además, podemos identificar ciertas “eras dentro de las eras”, o sea, tener una gran “era”, con alguna característica predominante, y luego otras eras dentro de ese gran conjunto.

EL PRINCIPIO: Al principio de la creación el ser humano estuvo diseñado para vivir perpetuamente en una Tierra que era “buena en gran manera”. Adán y Eva tenían la instrucción de “multiplicarse” y de gobernar la Tierra y como única restricción no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn. 1:28; 2:16-17), en esta era, tanto los animales como los hombres comían solamente vegetales (Gn. 1:29) y no había enfermedad, ni muerte, ni dolor. En este caso, los “administradores” fueron Adán y Eva, y la instrucción de Dios fue que todo lo creado era para ellos, y podían vivir perpetuamente en la Tierra si no comían del árbol de la ciencia del bien y del mal.

LA CAÍDA: El Diablo se rebeló contra Dios y en su rebelión fue a tentar a Adán y Eva para poder entrar en el mundo que Dios había dado a ellos. Adán y Eva desobedecieron a Dios y, a causa de eso entraron al mundo la muerte y toda clase de males (Gn. 3:17-19; Ro. 5:12; 1 Co. 15:21), esto es porque dejaron que el Diablo entre al mundo y altere la creación. “Espinas y cardos”, en Génesis 3:18, representa, por medio de la figura idiomática sinécdoque, a toda clase de males: espinas y veneno en plantas, enfermedades y muerte en todos los seres vivos y otras alteraciones genéticas y celulares como, por ejemplo, el hecho de que algunos animales pasaron a ser carnívoros. A partir de aquí comienza una segunda era para el ser humano. Dios inaugura esta era con una promesa: la promesa de un Salvador que desharía la obra de la Serpiente, el Diablo (Gn. 3:15). A causa de la caída, el ser humano quedó alejado de la presencia de Dios e imposibilitado de estar junto a Dios, la promesa de Dios iba dirigida a reestablecer esa relación. Al dar una ropa de piel a Adán y Eva, la Biblia nos muestra un simbolismo sobre un sacrificio hecho por Dios para “cubrir” al ser humano, esto es simbólico de la “cobertura” de los pecados. A partir de ahí comienza la necesidad de que se sacrifiquen animales como sustitutos por el pecado del ser humano. Examinando el relato de Abel y Caín en Génesis 4:1-7 aprendemos que Dios estableció instrucciones para que sus pecados sean perdonados por medio de un sacrificio, señalándoles un lugar específico en donde hacer el sacrificio.

EL DILUVIO: Después de la caída de Adán y Eva, hubo una generación de “gigantes” malignos formados por el Diablo que, unido a la maldad creciente en toda la humanidad, llevó a Dios a tener que destruir a toda la humanidad, para salvaguardar Su promesa de la futura restitución (Gn. 6:1-5; 2 P. 2:4-5). Esta fue la causa del diluvio que destruyó a la humanidad, del cual sólo Noé y su familia se salvaron. Al terminar el diluvio, Dios habló al Noé y comienza una nueva era. Dios ordenó a Noé, al igual que a Adán, que se “multiplique” y le dijo que los animales no lo dañarían, sino que estarían bajo su “mano”. (Gn. 9:1-2). Además, Dios esta vez dijo a Noé que podría comer la carne de los animales, pero no su sangre (Gn. 9:4). Luego Dios instituyó, por primera vez, la “pena de muerte”, diciendo que “el que derramare sangre de hombre, por hombre su sangre será derramada…,” dando al hombre la responsabilidad de dar muerte a los asesinos (Gn. 9:6).

EL PACTO CON ABRAHAM: Más adelante en la historia, Dios hizo un pacto con Abram, cambiándole el nombre por Abraham, y prometiéndole que él sería padre de muchedumbre de gentes y de él saldrían reyes, y prometiéndole que sería Dios de él y de su descendencia, y poniendo la ley de la circuncisión como señal del pacto. (Gn. 17:1-11). Después de esto, Dios también cambió el nombre de Jacob por “Israel” y le hizo similares promesas que a Abraham (Gn. 35:10-13). A partir de estos eventos, Dios tuvo un pueblo “escogido”, no a causa de que Dios así lo dispusiera caprichosamente, sino a causa de la fe de estos hombres, por medio de la cual Dios mantuvo Su pacto aún a pesar de las generaciones desobedientes que aparecieron después.

LA LEY (TORAH) DADA A MOISÉS: Tiempo después, Dios daría a Israel lo que llamamos “la ley” (la torah o “instrucción”). Por medio de ésta Dios dio a conocer con más detalle Su voluntad para el ser humano y la sociedad. Dios escogió un pueblo y le dio lo que podríamos llamar una “constitución”, una guía de instrucciones, leyes y estatutos que les permitiera vivir sanamente como sociedad, a la vez que pudieran también tener una correcta relación espiritual con Dios y la entrada al reino venidero. Esta ley, no sólo consistía en los tan conocidos “diez mandamientos”, los diez mandamientos eran sólo una parte, pero aparte Dios dio leyes civiles para gobernar al pueblo y leyes en cuanto a los sacrificios de animales, que servían como ofrenda por los pecados, ofrendas de paz, y otros tipos de ofrendas (leer los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio).

JESÚS EN LA TIERRA: Llegado el tiempo justo, Dios envió al Mesías prometido, Su Hijo, Jesucristo. Él había venido a cumplir la ley (5:17), él completó la ley, ya que la ley no era un fin en sí misma, sino que fue el preceptor (“ayo” en Gá. 3:24 y 25) para llevarnos a Cristo. La ley de sacrificios era un recordatorio del estado continuo de pecado del ser humano, del cual debíamos ser rescatados por medio de la muerte de un inocente. El cordero “moría” como sustituto de la persona que había pecado, quien debía morir a causa de sus pecados, pero esos sacrificios no podían realmente quitar el pecado, Jesús fue el sacrificio perfecto, fue el Ungido de Dios que derramó su sangre inocente para salvar a todo el que cree en él, de este modo nos liberó de la condena del pecado una vez y para siempre. Durante su vida en la Tierra, Jesús cumplió la ley, pero él era la perfecta interpretación del corazón de la ley, él mostró claramente cuál era el corazón de Dios para el ser humano. Jesús mostró claramente que el sentido de la Ley no era sólo cumplir con los actos externos, sino ser una guía para entender cómo quiere Dios que vivamos para estar bendecidos y llenos de Su amor.

JESÚS DESDE EL CIELO: Durante el tiempo que Cristo estuvo en la Tierra, fue él mismo el fiel administrador de la gracia de Dios para su era. Luego de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo hubo un pequeño período de tiempo en donde Jesús dio la instrucción a sus apóstoles de “esperar la promesa” (Lc. 24:49) y, venida la promesa del recibimiento del don de espíritu santo (Hch. 2) comienza una nueva era en que los 12 apóstoles fueron los primeros administradores de las nuevas instrucciones, pero fue a Pablo que se le reveló más en profundidad el secreto espiritual oculto en Dios en eras antiguas. En esta era Dios hace la nueva creación mediante la cual cada creyente pasa a ser de un Cuerpo espiritual cuya cabeza es Cristo. En Gálatas 1:2 Pablo dice que la información que recibió, la recibió “por revelación de Jesucristo”, Jesús mismo es quien le dio la información que él luego enseñó. Efesios 4 nos dice que Jesús luego de ascender “dio dones” a los seres humanos. Además, Romanos 12, 1 Corintios 12 y muchos otros pasajes de la Biblia nos muestran que Jesús es la “cabeza del Cuerpo”. Así que Jesús sigue siendo el gran “administrador” de la gracia y sabiduría de Dios en esta era, siendo los creyentes fieles colaboradores de Él. Jesús sigue siendo el gran “administrador” en esta “casa” de Dios, pero los creyentes también podemos ser administradores de la sabiduría de Dios, en colaboración con el Señor, cuando él así lo dispone.

EL ARREBATO: Como ya vimos, llegará un día en que los cristianos seremos arrebatados y comenzará sobre la Tierra el período de tribulación en la que será enviado el juicio de Dios sobre la maldad humana. En este tiempo los cristianos estaremos en el cielo con Cristo y los incrédulos quedarán aquí, en la Tierra. Apocalipsis contiene un mensaje para 7 iglesias, que probablemente refiera a siete áreas diferentes en el mundo, ese mensaje les indica qué deben hacer para entrar en el reino, las reglas cambiarán nuevamente y, quizá llegado el momento Dios dé más instrucciones a los que se acerquen a Él durante ese período.

EL REINO MILENARIO: Luego del tiempo de juicio sobre la Tierra, Jesús vendrá junto con sus santos a conquistar la Tierra y establecerá su reino de 1000 años, en los cuales el Diablo será apresado en el abismo y no podrá engañar y dañar a la humanidad (Ap. 20:1-3). En este tiempo serán resucitados los creyentes anteriores al tiempo de Jesús, ellos serán hechos inmortales, al igual que nosotros, pero también habrá gente mortal que habrá sobrevivido a la destrucción, así que convivirán humanos mortales con humanos inmortales y seguramente Dios dará las instrucciones y leyes necesarias.

EL FINAL: Terminados los mil años de gobierno de Jesús, el Diablo será liberado, engañará a muchas personas, habrá una batalla final y luego toda maldad será castigada y todo ser malvado, humano o espiritual, recibirá su castigo y luego la destrucción. Los creyentes viviremos para siempre en una Tierra nueva donde Dios y Cristo gobernarán juntos en un reino de “reyes y sacerdotes”. Esto es lo que conocemos como la “era final”, aunque realmente no sabemos mucho de esta era, seguramente Dios se guarda muchas sorpresas.

Aquí les dejo un cuadro esquemático de las eras bíblicas: Eras bíblicas

No pretendo que el cuadro sea exhaustivo, sin dudas, se puede graficar de muchas formas y añadir más detalles. Este cuadro lo dividí en cuatro grandes períodos, que serían: 1) Perfección inicial; 2) La espera de Jesús (luego de la caída); 3) La venida de Jesús; 4) Perfección final. Llamé “perfección” al primer y último período porque lo que resalta es que al principio todo fue creado bueno en gran manera y perfecto, la desobediencia y el pecado del ser humano trajeron la maldad y destrucción al mundo y así vivimos hasta el tiempo en que Dios restaure todo. El reino milenario, si bien será un gobierno de justicia y paz, no será perfecto, porque aún habrá gente mortal y el Diablo y otros espíritus malignos aún no habrán sido por completo destruidos.

Además, hay períodos que se superponen entre sí. Porque al venir Jesús, él tuvo que ser circuncidado y cumplió la ley. Los judíos se seguían circuncidando y cumpliendo la ley, no obstante, hay cosas que estaban cambiando, porque Jesús estaba mostrando el corazón mismo de Dios y actuando por revelación de Dios. Por ejemplo, Jesús dijo ser “señor del sábado” (Mt. 2:28), mostrando que la intención de Dios no era restringir por completo toda actividad el sábado; también mostró autoridad de Dios para perdonar pecados (Mt. 9:6), algo que, hasta ese momento, sólo podía ser hecho por medio de sacrificios de animales; Jesús también mostró el deseo de Dios de dar una nueva oportunidad a los que hacían el mal y no castigarlos inmediatamente (Mt. 5:39). Muchas cosas comenzaron a cambiar cuando Jesús estuvo en la Tierra, no obstante, con su muerte completó el plan de redención de Dios e hizo disponible toda la nueva creación que hemos visto en capítulos previos.

Muchos creyentes hablan y conocen que en la Biblia hubo diferentes eras, a las cuales generalmente llaman “administraciones” o “dispensaciones”, sin embargo, muchas veces confunden el cambio de era con un cambio en la mente, corazón o propósito de Dios. A veces disocian tanto una era de otra que pareciera que Dios cambió por completo de un momento a otro, pero no es así, las eras y administraciones tienen que comprenderse como partes de un mismo plan, perfectamente pensado y ejecutado por Dios.

Lo más importante en este capítulo, y que espero que quede claro es que:

Dios no cambia, Él ha hecho un plan para la creación que sigue un propósito claro de tener un reino de gente que le ame y a quien amar, tener una gran familia humana que viva para siempre en la Tierra conduciéndose en amor. Para llegar a este fin, Dios ha cambiado las reglas, pero no Sus intenciones. Dios es amor, siempre ha sido amor y siempre será amor; y lo que siempre quiso de la humanidad es el andar en amor. Nada más que luz puede salir del “Padre de las luces”.

1 JUAN 1:5 (RVA)
Y éste es el mensaje que hemos oído de parte de él y os anunciamos: Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas.

1 JUAN 4:8 (RVA)
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia

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