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NUESTRA FE ES PRODUCTO DE LA FE DE MUCHAS OTRAS PERSONAS

Por Pablo Pereyra

Si bien es cierto que la fe de cada persona es responsabilidad individual y que nuestra salvación no puede ser “forzada” por la oración de otros, sino que cada uno de nosotros elegimos si queremos hacer a Jesús Señor o no, la realidad es que nuestra capacidad de creer viene por una compleja cadena de actos de fe de muchas otras personas.

La Biblia nos dice:

Romanos 10:8-17 (RVA)
|8| Más bien, ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
|9| que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y si crees en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo.
|10| Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación.
|11| Porque la Escritura dice: Todo aquel que cree en él no será avergonzado.
|12| Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos es rico para con todos los que le invocan.
|13| Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.
|14| ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
|15| ¿Y cómo predicarán sin que sean enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de las cosas buenas!
|16| Pero no todos obedecieron el evangelio, porque Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje?
|17| Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo.

Si alguien confiesa a Jesús como Señor y cree que Dios le levantó de entre los muertos, recibirá la salvación, la vida en la era venidera. Pero Pablo nos dice que la fe es por el oír la Palabra de (acerca de) Cristo. La palabra “palabra” ahí en griego es rhëma, que se traduciría como “dicho”.

Pablo dice que para que una persona conozca a Cristo, es necesario que oiga el mensaje, pero para que oiga el mensaje, es necesario que alguien se lo predique y para que alguien predique, tiene que ser enviado.

Efectivamente, nadie podría conocer nada sobre Dios si Él no hubiese revelado Su Palabra a santos hombres que la transmitieron, tanto en forma hablada como escrita.

La Biblia que hoy leemos en español la tenemos porque primero hubo creyentes que recibieron la revelación de Dios para ser escrita; luego otras personas se encargaron de copiar y transmitir esos textos; otras personas, siglos más tarde, con el invento de la imprenta, recopilaron textos antiguos y comenzaron a imprimirlos; y luego otras personas se dieron a la tarea de traducir esos textos a diferentes idiomas; y otras personas hicieron la impresión y distribución de esos textos; y otras personas aprendieron las Escrituras, la predicaron y así llegamos a oír el mensaje del Evangelio.

Por supuesto, estoy haciendo una gran simplificación de la cadena de sucesos, pero lo que quiero que se vea es que nuestra fe no vino de nosotros solos, Dios no ha bajado a hablar Su Palabra personalmente con cada persona del mundo, al leer una Biblia, estamos aprovechándonos del trabajo de fe de muchas personas que nos antecedieron, muchas de las cuales dieron su vida, o fueron grandemente afligidos por querer servir a Dios.

Así que, entendamos que nuestra fe hoy es el producto de la fe y obediencia de muchas otras personas y debemos estar agradecidos por esas personas que amaron a Dios para difundir Su Palabra.

Dios podría hablar personalmente la Palabra con cada persona, pero no lo hace, ha decidido tomar colaboradores humanos para hacer este trabajo (1 Co. 3:9).

Dios nos ha formado como un Cuerpo en Cristo donde cada uno tiene su función. Aquí no hay “superhéroes” solitarios que salvan al mundo, sino un Cuerpo en Cristo. Jesús fue el gran héroe de la fe, en quien habita toda la plenitud de Dios, aún así, no hace el trabajo él solo, sino que se vale de todos los creyentes que deciden servirle.

Dios nos ha dado el gran privilegio y responsabilidad de participar de Su obra de redención, predicando el evangelio a los demás.

Teniendo esto en mente, seamos nosotros también los que formemos parte de esa cadena de sucesos, para que otras personas también puedan oír el mensaje de salvación en Cristo y reciban salvación. ¡Dios nos llama al servicio! Contestemos como lo hizo Isaías:

Isaías 6:8 (RVA)
Entonces escuché la voz del Señor, que decía: —¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? Y yo respondí: —Heme aquí, envíame a mí.

La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia

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