La ley de la creencia, la teología de la prosperidad, declarar para recibir y el reclamo de nuestra sanidad
Tal como el título lo dice, quiero hablar brevemente sobre estos conceptos tan popularizados en una buena parte del cristianismo hoy en día. Ya he escrito y hablado en enseñanzas de audio sobre estos temas, pero quiero, esta vez, darle otro enfoque que pueda llevar a la reflexión.
Se dice que existe una «ley de fe» o «ley de creencia», la cual dicta que «todo lo que uno cree, eso sucede», en el mundo secular también se llama a esto «ley de atracción» o “ley del pensamiento positivo”. Compañera de esta doctrina son la llamada “teología de la prosperidad”, la enseñanza sobre “declarar para recibir”, “pensar en positivo”, “decretar” y también la idea de que la sanidad es un derecho que podemos “reclamar” a Dios. Todas estas doctrinas tienen dos cosas en común: son erróneas y ponen al ser humano por encima de Dios.
La “ley de la creencia” tiene su origen en la metafísica (una doctrina totalmente diabólica). Un sitio WEB de metafísica explica lo siguiente: “La Ley de la Creencia nos dice que aquello en lo que creamos emocionalmente es lo que en definitiva se convierte en nuestra realidad. Cuanto más intensamente creas que algo es verdad, más posibilidades hay de que ese algo se convierta en algo verdadero para ti.” El popularizado libro de Rhonda Byrne (autora secular), nos dice que “podemos “crear nuestra propia felicidad a través de la ley de atracción”. Esta “ley de atracción” no es más que una forma distinta de llamar a la “ley de fe”,conceptualmente son lo mismo.
Hasta donde tengo conocimiento, uno de los primeros en introducir y popularizar este tipo de doctrina dentro del cristianismo fue E. W. Kenyon, que decía que: “La fe en tu propia fe es la ley del éxito en el reino del espíritu”. Otro impulsor de esta doctrina, Kenneth Copeland, escribió: “La fe es una fuerza poderosa, es una fuerza tangible, es una fuerza conductiva, moverá cosas… La fe es una fuerza espiritual”. Otro autor, Victor Wierwille, dijo que “la ley de la creencia es la más grande ley en la Palabra y en todo el mundo. Creer funciona igual para el santo como para el pecador”. Otros autores populares que sostienen este tipo de doctrina son Joyce Meyer, Joel Osteen, Kenneth Hagin, Paul Yonggi Cho, Benny Hinn, entre muchos otros.
Claramente, si alguien puede obtener todo lo que quiere y necesita tan sólo con “tener fe en su fe” y si existe una “ley de creencia” que funciona igual para el santo como para el pecador. ¿Para qué necesito de Dios? ¡Podría tener todo lo que quiero en mi vida tan sólo con “creer”! Uno podría andar en pecado y “robarle” bendiciones a Dios tan sólo con “creer”. De hecho, tampoco necesito cuidar mi cuerpo físicamente, porque puedo “reclamar” mi sanidad cuando quiera y Dios tendrá que dármela si yo “creo” lo suficiente.
El primer gran error que promueve este tipo de doctrina es el cambio del sentido de la palabra “fe”. En los tiempos bíblicos la palabra “fe” (en griego pistis) significaba “creencia, confianza, seguridad, convicción, fidelidad”. Pero la fe bíblica está íntimamente ligada con la obediencia, Santiago dice que la “fe sin obras está muerta” (Santiago 2:17-26), por lo tanto, la fe que Dios requiere de nosotros es una en la cual nosotros ACTUAMOS CONFORME A LA VOLUNTAD DE DIOS, porque confiamos en Dios y estamos convencidos de que Él nos bendecirá. Por otro lado, la “fe” que promueven estos autores se define más bien como un “pensamiento positivo”, como “una constante declaración interna” o como “una fuerza en la mente”. Básicamente dicen que todo el poder está en la mente y así hacen a un lado lo más importante de la fe bíblica, que es obedecer a Dios.
El conocido Kenneth Hagin, considerado como uno de los principales propulsores de esta doctrina, en su libro “Cómo escribir su boleto con Dios” cuenta que Jesús se le apareció y le dijo que anotara 4 principios que harían que cualquier persona reciba cualquier cosa de él o del Padre. Él anota estos 4 pasos:
- 1) Dilo. Positivo o negativo, es la decisión del individuo. Según lo que el individuo diga, eso recibirá.
- 2) Hazlo. Tu acción puede derrotarte o elevarte. De acuerdo a tu acción, tú recibes o te quedas sin recibir.
- 3) Recíbelo. Debemos conectarnos en la “central eléctrica del cielo”. La fe es la conexión…
- 4) Cuéntalo para que otros lo crean…
En otras palabras, Jesús parece haberle revelado a Kenneth Hagin una “fórmula” para obtener lo que sea en la que no es necesario orar, no es necesario obedecer a Dios, no es necesario buscar la santidad, no es necesario ser buena persona, no es necesario conducirse sabiamente y con rectitud, solamente decir, hacer, recibir y contarlo. Por supuesto, esto es diabólico (vean este video para darse cuenta de cómo Hagin no sólo tenía una doctrina errónea, sino que sus prácticas eran demoníacas)
La Escritura claramente nos advierte:
Santiago 4:2-6 (RVA)
|2| Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, pero no podéis obtener. Combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís.
|3| Pedís, y no recibís; porque pedís mal, para gastarlo en vuestros placeres.
|4| ¡Gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios.
|5| ¿O suponéis que en vano dice la Escritura: El Espíritu que él hizo morar en nosotros nos anhela celosamente?
|6| Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
Kenneth Copeland dice que para recibir algo de Dios hay que: “1) Visualizar cualquier cosa que usted necesite, sea físico o financiero; 2) Valide su afirmación en la Escritura; 3) declárelo en existencia.
Paul Yonggi Cho dice: “Establezca una meta bien definida, cree una imagen mental vívida y gráfica para visualizar el éxito. Luego incúbalo a la realidad, y finalmente háblelo a la existencia a través del poder creativo de la palabra hablada”. Esto es muy similar a lo que aconsejaba Juan Silva en el “método Silva de control mental”. Como se puede ver, una y otra vez tenemos doctrina diabólica “vestida” de doctrina de Dios.
Capps dice que “La fe es una semilla… usted la planta hablándola…” Hagin dice que si confesamos enfermedad, obtenemos enfermedad y si confesamos salud tendremos salud.
Hoy en día también se ha puesto de moda el pastor y escritor Joel Osteen. Millones de personas le siguen y asisten a sus congregaciones. En su libro “Su mejor vida ahora”, presenta más bien una guía de auto-ayuda donde el Señor Jesucristo no es mencionado y su mensaje se centra en el pensamiento positivo.
Otra famosa predicadora del “poder de las Palabras” es Joyce Meyer, que escribió
“Las palabras son contenedores de poder. Llevan poder creativo o poder destructivo, poder positivo o negativo. Y por tanto, necesitamos pronunciar cosas correctas sobre nuestra vida y sobre nuestro futuro si esperamos que sucedan cosas buenas. Porque lo que usted dice hoy es lo que probablemente terminará teniendo mañana… En otras palabras, las palabras que pronunciamos crearán las futuras realidades que experimentemos…
Pero la Palabra de Dios nuevamente es contundente:
Lamentaciones 3:37 (RVA) ¿Quién será aquel que diga algo y eso ocurra, sin que el Señor lo haya mandado?
Nadie tiene ningún poder en sus palabras sino sólo Dios. Sin el aval de Dios, nada de lo que “declaremos” sucederá. Tenemos que comprender que el poder es de Dios y no de nosotros.
La realidad es que si queremos “incubar” una bendición en nuestras vidas, debemos plantar la semilla de la Palabra y andar en espíritu, haciendo morir las obras de la carne.
Gálatas 5:16-25 (RVA)
|16| Digo, pues: Andad en el Espíritu, y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne.
|17| Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente, para que no hagáis lo que quisierais.
|18| Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
|19| Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza, desenfreno,
|20| idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos,
|21| envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
|22| Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
|23| mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley,
|24| porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
|25| Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu.
La razón por la que estas doctrinas y movimientos “de fe” tienen tanto éxito hoy, es porque proponen a las personas un método de alcanzar todo lo que quieren sin tener que cambiar lo que está mal en sus vidas. Es mucho más cómodo visualizar el éxito y repetir mentalmente algo que examinar las Escrituras, dejar de lado nuestros pecados y buscar caminar conforme a la voluntad de Dios. Este tipo de doctrina nos enseñan que podemos ser “amigos” de Dios sin dejar de ser amigos del mundo, pero la Biblia es clara al respecto:
Santiago 4:4 (RVA)
¡Gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios.
1 Juan 2:15-17 (RVA)
|15| No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él;
|16| porque todo lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida— no proviene del Padre sino del mundo.
|17| Y el mundo está pasando, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
La instrucción de la Palabra es a no amar al mundo y sus cosas. Esto no quiere decir que no podamos desear cosas materiales y vivir en prosperidad, pero cuando el mensaje se centra en la prosperidad, dejando de lado la obediencia a Dios, entonces lo que tenemos es un mensaje de “amor al mundo” que es muy atractivo, pero que lleva a la perdición.
Wierwille, hablando sobre la “ley de fe”, decía que el miedo es “fe a la inversa” y que lo que uno teme, eso sucede.
Por una lado, la Palabra jamás dice que nos sucederá todo lo que tememos. Si bien es cierto que el miedo puede paralizarnos e impedirnos alcanzar una promesa de Dios (cuando nos detiene de hacer lo que Dios requiere de nosotros), lo cierto es que de ningún modo es “creencia a la inversa” o “fe a la inversa”. Cuando los discípulos estuvieron con Jesús en la barca y se vino una fuerte tormenta, todos tuvieron miedo a morir, pero no murieron. Gedeón tuvo miedo a enfrentar al ejército enemigo, pero Dios le dio la victoria. Los israelitas tuvieron miedo de Goliat, pero por la fe (en obediencia) de uno solo (David), todos fueron librados y no les pasó nada. Todos hemos tenido miedo de muchas cosas, a lo largo de nuestra vida, y sabemos que la mayoría de esos miedos no se volvieron una realidad.
Es posible que a veces nos sobrevengan las cosas que tememos, sin duda, pero es muy diferente decir que el miedo atrae cosas malas o que todo lo que tememos sucederá, eso no es cierto y genera una conducta de “miedo a tener miedo”, en donde la persona niega tener miedo de cualquier cosa y está todo el tiempo “confesando” cosas positivas, aun cuando en su fuero íntimo sabe que no está creyendo lo que está confesando y declarando. La mejor manera de relacionarnos con Dios es la verdad. Si tenemos miedo, le decimos a Dios que tenemos miedo, y Él nos ayudará a superarlo. No podemos mentirle a Dios y, sin duda, mentir a Dios, a los demás y a nosotros mismos, no nos llevará a obtener nada.
Otra enseñanza que suele venir aparejada a la doctrina de la “ley de fe”, “ley de atracción”, “pensamiento positivo”, etc. Es que uno puede reclamar sanidad y que Dios siempre la dará, si es que tenemos suficiente “fe”. En este sistema de creencias, si alguien no está sano, es porque no tiene “suficiente fe”.
Wierwille y otros autores suelen citar 1 Pe. 2:24 para enseñar que “fuimos sanados” por la herida de Cristo y que, por lo tanto, la sanidad no es algo que haya que pedir, sino algo que hay que “reclamar” y que es un “derecho” del creyente.
Esto que parece tan hermoso y bendito ¡tener sanidad y bendición con sólo reclamarlo! Pero esto tampoco tiene aval bíblico.
1 Pedro 2:24 es una cita de Isaías:
Isaías 53:4-5 (RVA)
|4| Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros le tuvimos por azotado, como herido por Dios, y afligido.
|5| Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados.
Esta es una profecía sobre lo que Cristo haría con el fin de salvar a la humanidad. Isaías habla en tiempo pasado usando una figura de dicción llamada “perfecto profético” o “pasado profético”, donde se habla en tiempo pasado sobre un evento futuro para enfatizar lo certero del mensaje.
Isaías refiere aquí a la sanidad completa que habrá en el reino futuro de Dios. Cuando Pedro lo cita, él no está hablando de sanidad en el contexto:
1 Pedro 2:19-25 (RVA)
|19| Porque esto es aceptable: si alguien soporta aflicción y padece injustamente por tener conciencia de Dios.
|20| Porque, ¿qué de notable hay si, cuando cometéis pecado y sois abofeteados, lo soportáis? Pero si lo soportáis cuando hacéis el bien y sois afligidos, esto sí es aceptable delante de Dios.
|21| Pues para esto fuisteis llamados, porque también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas.
|22| El no cometió pecado, ni fue hallado engaño en su boca.
|23| Cuando le maldecían, él no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba al que juzga con justicia.
|24| El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas habéis sido sanados.
|25| Porque erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
El contexto, como se puede ver, es una iglesia que estaba siendo perseguida por causa de la Palabra y Pedro refiere a la profecía de Isaías para mostrar que Jesús fue torturado y dio su vida para salvarnos y nosotros debemos seguir su ejemplo. Contrario a la búsqueda de la prosperidad como meta en la vida, Pedro les dice que tomen el ejemplo de Cristo, porque iban a ser “bienaventurados” si sufrían por causa de la Palabra.
Pedro no está hablando de sanidad, no les dice que tienen derecho a estar sanos, no les dice que tienen que “reclamar” la sanidad, tampoco les dice que podían “reclamar” la prosperidad económica y que si no eran prósperos eran porque les “faltaba fe”. ¡NO! Pedro les dice que si alguien soporta aflicción y padece injustamente por hacer la voluntad de Dios, ¡esto es aceptable para Dios! ¡Dios lo recompensará!
Pero sacando el texto de su contexto, muchos hasta el día de hoy enseñan que la sanidad es un derecho que se puede reclamar “por fe”. Victor Wierwille fue víctima de su propio error, ya que contrajo un cáncer en el ojo que luego se le extendió hacia el hígado y lo mató. Pero como la doctrina de “la ley de la creencia” era un pilar en su ministerio, en lugar de reconocer el error, él intentó ocultar la enfermedad e incluso después de su muerte, los sucesores de “The Way International” intentaron ocultar la causa de su muerte. Evidentemente, él no pudo “creer para ser sano”, ni reclamar “su derecho a sanidad”. Es una pena que hasta el día de hoy se siga ocultando esta información y muchos de sus seguidores incluso nieguen la veracidad de estos hechos y sigan “idolatrando” a un ser humano antes que dar preeminencia a Dios y Su Palabra.
Otro conocido autor, Joseph Prince dice al respecto: “Las oraciones que imploran y ruegan implican que tu Padre celestial no está dispuesto a hacer lo que pides… cuando le imploras algo, en realidad estás diciendo que Él es reacio a dar y necesita ser persuadido fuertemente antes de que se mueva. Sin embargo, Él no es así… Al final de un servicio en la iglesia, yo no oro: «Oh Dios, por favor bendice a tu pueblo». Oh Dios, guárdalos. ¡Oh Dios, sé siempre muy misericordioso con ellos!» En vez de eso, proclamo: «El Señor los bendiga. El Señor los guarde ¡Que el Señor haga resplandecer Su rostro sobre ustedes y les muestre Su gracia!” Amado, cuando ores, proclama tu sanidad, protección y provisión porque el corazón de tu Padre rebosa de amor por ti. Y cuando tú lo declaras, Él lo afirma. Cuando lo declaras, ¡Él lo establece!
Al parecer, Joseph Prince tiene una mejor forma de orar que David:
Salmos 6:9 (RV-1960) Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová mi oración.
Salmos 28:2 (RV-1960) Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.
Salmos 31:22 (RV-1960) Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.
Esto por sólo dar unos ejemplos de las tantas veces que se habla de “rogar” a Dios en las Escrituras.
Alguien podrá argumentar “pero esto es el en Antiguo Testamento, antes que Jesús resucitase”. Pero Dios no cambia, veamos cómo oró el apóstol Pablo:
2 Corintios 12:8 (RV-1960) respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
¿Acaso Pablo “declaró”, “decretó” o “reclamó” que el aguijón le sea quitado? Pero al parecer Joseph Prince tiene una mejor forma de orar que el apóstol Pablo.
Al estudiar las Escrituras es importante distinguir entre casos particulares y enseñanzas generales. Los casos particulares son casos específicos que se relatan en las Escrituras, que muchas veces son irrepetibles. Por ejemplo, Moisés abrió las aguas del Mar Rojo extendiendo su vara, este caso fue único y nadie más repitió ese milagro. Esa fue la instrucción específica de Dios para él. Cuando Josué cruzó el Jordán, Dios hizo un milagro similar, pero la instrucción fue otra, los sacerdotes debían caminar hacia el agua y cuando sus pies estuvieron en el agua las aguas se abrieron. Del mismo modo, vemos muchas sanidades hechas por Jesús que fueron muy diferentes entre sí y que son casos particulares en donde Dios dio una instrucción específica para cada caso. Por otro lado, la Biblia también contiene instrucciones generales, que nos dan una guía de lo que debemos hacer ante una situación. En cuanto a la sanidad, la única instrucción generalizada que he encontrado sobre qué hacer cuando alguien está enfermo está en Santiago:
Santiago 5:14 (RV-1960) ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
“Ungir con aceite” es un orientalismo que básicamente implica darle un buen cuidado a la persona. Lo importante es que ante una enfermedad, la instrucción GENERAL es llamar a los ancianos (gente espiritualmente madura) y ORAR por esa persona. No dice que haya que “declarar”, ni “decretar”, ni “reclamar” la sanidad, sino ORAR. Y el significado de la palabra “orar” básicamente es “pedir algo a Dios”. La sanidad debe PEDIRSE a Dios, no reclamarse. 1 Corintios 12:9 nos dice que las sanidades son “dones”, o sea, son regalos que Dios da, no es un derecho, sino un regalo de Dios, así que no puede ser reclamada, sino que debe ser pedida a Dios.
La Biblia nos dice claramente que el mundo está caído desde la desobediencia de Adán, el Diablo obtuvo poder y autoridad para dañar al mundo y está en guerra con Dios y con los cristianos. El Diablo viene a hurtar, matar y destruir (Juan 10.10) y una de las formas en que lo hace es sembrando la mentira, porque él es “Padre de mentira” (Juan 8:24).
Dios nos dice que fuimos creados para gloria Suya (Is. 43:7), el propósito central de la humanidad es glorificar a Dios y todo lo que le quite la gloria no proviene de Dios. La doctrina de la “ley de fe” sitúa la gloria en el ser humano y se la quita a Dios. Nos hace creer que podemos obtener de Dios todo lo que queramos aún si Él no desea darlo, aún si lo que pedimos fuese contra Sus propósitos. Por supuesto, esto es una total falsedad.
Oseas 4:1-6 (RV-1960)
|1| Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.
|2| Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden.
|3| Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán.
|4| Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote.
|5| Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche; y a tu madre destruiré.
|6| Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Cuando nos desviamos de Dios y andamos lejos de Sus caminos, traemos sobre nuestra vida toda clase de males, abrimos la puerta al Adversario, el Diablo, a que afecte nuestras vidas. Dios quiere que le amemos, le creamos, andemos en Su voluntad. Un mensaje cristiano que pone énfasis en el pensamiento y no en el andar, no es un mensaje conforme a la Palabra de Dios.
Una de las formas en que el ser humano glorifica a Dios es el andar en justicia y santidad, el pecado no glorifica a Dios y es la puerta de entrada a mucha de la enfermedad en nuestras vidas. Por eso, Dios no sólo quiere que tengamos una “actitud positiva”, sino que desarrollemos una vida que le glorifique:
Hebreos 12:10 (RV-1960)
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
1 Tesalonicenses 3:12-13 (RV-1960)
|12| Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros,
|13| para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.
Efesios 4:22-29 (RV-1960)
|22| En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,
|23| y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
|24| y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
|25| Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
|26| Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
|27| ni deis lugar al diablo.
|28| El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
|29| Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
2 Corintios 7:1 (RV-1960)
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
NOTA: la información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
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