¿La palabra tiene poder?
Algunos creen, enseñan o repiten que “la palabra tiene poder” y que si usamos las palabras correctas vamos a acceder al poder y bendiciones de Dios, pero ¿es realmente esto así? ¿Qué nos enseña la Biblia al respecto?
En primer lugar ¿qué es la palabra? Las definiciones principales de “palabra” son éstas:
1. f. Unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura.
2. f. Representación gráfica de la palabra hablada.
La primera definición se refiere a la palabra hablada, la segunda a la palabra escrita. Entonces, una palabra es una “unidad lingüística” que generalmente tiene un significado. A veces hay palabras sin significado, pero, en general, sí lo tienen.
Ahora bien ¿tiene “poder” esa unidad lingüística?
“Poder” es la capacidad o facultad para hacer determinada cosa.
La palabra nos da la capacidad o facultad para comunicar nuestros pensamientos, así que, en ese sentido, podemos decir que la palabra nos da el “poder” de comunicarnos y expresar nuestras ideas y pensamientos.
Este “poder” sólo tiene efecto si quien nos oye o nos lee entiende el sentido de esas palabras, si le hablo en español a alguien que sólo entiende chino, alemán o francés, mis palabras no tienen ningún “poder”, porque esa persona no me entiende. Por otro lado, pensemos en el bebé que nos dice “a… a…”, pero nosotros entendemos que nos está llamando, está queriendo decir “papá” o “mamá”, no logra pronunciar bien la palabra, pero la madre o el padre van a entender a su hijo, entienden su intención. Los padres no van a esperar a que el bebé tenga la edad suficiente para decir “tengo hambre ¿me pueden dar comida?” para recién ahí alimentarlo.
Ahora bien ¿tiene la palabra “poder” en el orden espiritual?
Algunas personas creen en recitar ciertos “mantras” para generar algún tipo de efecto a nivel espiritual, en el cristianismo también sucede que hay quienes creen que una oración con las palabras “correctas” va a ser más efectiva, o que si utilizan ciertas palabras pueden invocar el poder de Dios. Por ejemplo, hay quienes dicen que hay que “invocar la sangre de Cristo” para echar fuera un demonio, o que hay que terminar una oración diciendo “en nombre de Jesucristo” para que esa oración tenga validez, o mayor efectividad. Algunos incluso dicen que, si no pronunciamos correctamente el nombre de Dios o Jesús, la oración no sirve.
Pero la Biblia jamás nos habla del uso preciso de ciertas palabras como algo indispensable para comunicarnos y conectarnos con Dios, ni jamás nos dice que usar palabras en un idioma, como el hebreo, sea mejor que usar cualquier otro lenguaje.
La palabra es nuestra forma de comunicar nuestros pensamientos, por lo tanto, no es un fin en sí misma, sino un MEDIO, es el conducto para nuestras ideas y pensamientos.
1 Samuel 16:7 (RVA)
Pero Jehovah dijo a Samuel: —No mires su apariencia ni lo alto de su estatura, pues yo lo he rechazado. Porque Jehovah no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehovah mira el corazón.
Proverbios 24:12 (RVA)
Si dices: “En verdad, no lo supimos,” ¿no lo entenderá el que examina los corazones? El que vigila tu alma, él lo sabrá y recompensará al hombre según sus obras.
La Biblia nos está diciendo que Dios “mira” el corazón, que Dios “examina” el corazón, que Dios “vigila” el alma. No dice que Dios examine el idioma en el que hablamos, o que vigila la precisión de nuestras palabras, o la elocuencia en nuestras oraciones.
Dios mira el corazón, no las palabras. Nuestras palabras son el medio por el cual expresamos lo que hay en nuestro corazón, pero no son lo que realmente le importa a Dios. Podemos usar las mejores palabras y tener un corazón malvado y contaminado, y podemos usar palabras torpes e incorrectas y tener un corazón correcto y ser oídos por Dios.
La oración que Jesús nos dejó es sólo un ejemplo de cuáles cosas son importantes para pedir, pero no una oración para repetir sin entender; de hecho, no vemos que los apóstoles enseñaran a orar esa misma oración. Sí podemos orar por esas mismas cosas, si entendemos el sentido, pero no pensemos que repetirla de memoria va a causar algo, Dios está viendo nuestro corazón.
Dios tampoco dejó “fórmulas” de palabras para acceder a Su poder, tener bendiciones o echar fuera demonios. Cuando la Biblia nos habla de orar “en nombre de Jesús”, Su nombre implica Su presencia y autoridad, orar en nombre de Jesús es orar en base a su guía y enseñanza. Hacer algo en nombre de Jesús es hacerlo conforme a Su guía. Sólo pronunciar la palabra “Jesús”, “Yeshúa” o como quieran pronunciarlo, no hace ninguna diferencia, la diferencia siempre está en el corazón. Los demonios no se van porque alguien diga «te echo por la sangre de Jesús», ellos se van si Jesús mismo da el poder para echarlos.
Las palabras son sólo la expresión de nuestros pensamientos, así que, no tenemos que preocuparnos por tener las palabras correctas, sino tener los pensamientos correctos, el corazón correcto. Así como una madre y un padre no necesitan que su hijo de 1 año pronuncie correctamente sus nombres o diga exactamente lo que necesita para cuidarlo y alimentarlo, lógicamente, Dios va a cuidarnos y proveernos aun cuando nuestras oraciones a Él sean imperfectas. Además, Él y Jesús saben cuándo le estamos invocándoles de corazón, aún si no pronunciáramos bien sus nombres.
El corazón correcto va a llevarnos también a tener acciones correctas. Por lo tanto, si queremos acceder al poder y bendiciones de nuestro Padre, nuestro principal foco de atención no debería ser qué palabras decimos o cómo las decimos, sino el buscar tener una conducta conforme a Su voluntad y acercarnos diariamente a Él con una oración de corazón, tal cual somos, expresando lo que pensamos, expresando nuestros sentimientos, emociones y deseos; derramando nuestro corazón ante Él.
Filipenses 4:6-9 (RVA)
|6| Por nada estéis afanosos; más bien, presentad vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
|7| Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.
|8| En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto pensad.
|9| Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
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