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¿MUROS O PUENTES?

Por Pablo Pereyra

Había dos hermanos, a los que llamaremos “Juan” y “José”, que vivían con sus familias en casas que estaban una frente a la otra. Ellos comenzaron teniendo pequeños problemas y diferencias entre ellos, las cuales con el tiempo dieron lugar a discusiones más graves hasta que en un momento dejaron de hablarse y se evitaban uno al otro.

Para separarse aún más de su hermano, José desvió el curso de un arroyo cercano para que éste pasara entre medio de las dos casas y así no se pudiera cruzar desde un lugar al otro. Juan entonces decidió contratar a un carpintero para que construya una cerca alta en su casa y así no tener que ver la casa de su hermano, que le traía sentimientos de enojo y amargura. Juan mostró al carpintero unos troncos y maderas que tenía separados en una parte del terreno de su casa y le pidió que con esa madera construyera la cerca.

Juan dejó al carpintero solo haciendo su trabajo, pero al volver, en lugar de hallar la cerca que había pedido, se encontró con que el carpintero había hecho un puente hacia la casa del José. Juan enojado se acercó al puente y allí vio a su hermano que venía cruzando desde el otro lado y le dijo: “Juan, hermano, no puedo creer que hayas hecho este puente después de lo mal que te traté. Debo pedirte perdón por todo lo que he hecho”. Así, los dos hermanos se abrazaron y dejaron a un lado sus diferencias.

Esta es una historia cuyo autor desconozco, nos sirve para reflexionar sobre nuestra vida y nuestra relación con nuestros hermanos en Cristo y con otras personas. De aquí podemos extraer algunas lecciones que se corresponden con la conducta que se espera de un cristiano que ama a Dios:

1 – NO PAGAR MAL POR MAL

Por un lado, el cuento refleja una situación que es muy común entre gente que se quiere y tiene una relación, que es comenzar con pequeñas fricciones y diferencias y convertirlas en grandes peleas. El orgullo y soberbia naturales de cada ser humano muchas veces prima en las relaciones humanas y es así que, por no querer ceder un poco de orgullo ante otra persona, los pequeños problemas se convierten en una guerra interminable.

Romanos 12:17-18 (Mi traducción)
(17) A nadie retribuyan con algo malo a-cambio-de algo malo, premediten hacer cosas buenas ante todos los hombres;
(18) si es posible, en lo que depende de ustedes, estén-en-paz con todos los hombres.

En este versículo de Romanos, el apóstol Pablo nos dice que a nadie deberíamos retribuir algo malo con otra cosa mala. La política de “mal por mal” no es la que Dios quiere que sea aplicada en Su reino. Por el contrario, las Escrituras nos alientan a buscar la paz. No siempre se puede tener paz con todos, porque hay quienes se disponen a actuar en nuestra contra, sin embargo, las Escrituras nos dicen que si depende de nosotros, estemos en paz, nunca deberíamos ser nosotros los causantes de divisiones y peleas.

Romanos 12:19-21 (Mi traducción)
(19) No apliquen-justicia ustedes-mismos, amados, sino den lugar a la ira de DIOS, porque ha-sido-escrito: «Mía es la aplicación-de-justicia, YO retribuiré… dice el SEÑOR»;
(20) más-bien: «si tu ·enemigo tuviere-hambre: lo alimentas-con-bocados, si tuviere-sed: le das-de-beber; porque, haciendo esto, brasas de fuego acumularás sobre su ·cabeza».
(21) En conclusión: no seas-vencido por lo que es malo, más-bien vence lo que es malo con aquello que es benigno.

Lejos de recomendar el pagar mal por mal, las Escrituras nos alientan a vencer con el bien el mal. El tratar bien a un enemigo puede producir “brasas de fuego” en su cabeza, esto es una figura literaria que significa que se produce un fuego que le quema los malos pensamientos y lo ayuda a reflexionar y cambiar. Cuando “José”, en el cuento, vio el puente, supuestamente construido por su hermano, la bondad mostrada por el hermano le hizo brotar sus buenos sentimientos y los llevó a la reconciliación.

2 – NO DEJAR QUE EL ODIO Y AMARGURA SE DESARROLLE

En la historia citada, los hermanos comenzaron con pequeñas diferencias y terminaron gravemente enfrentados. El odio y amargura fueron creciendo entre estos hermanos:

Hebreos 12:14-15 (RVA)
(14) Procurad la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.
(15) Mirad bien que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brote y cause estorbo, y que por ella muchos sean contaminados;

Aquí las Escrituras nos vuelven a alentar a procurar la paz y también añade la santidad, o sea, el andar en rectitud conforme a los mandamientos de Dios. Luego se nos recomienda cuidar de que no llegue a brotar ninguna “raíz de amargura”, porque por ella muchos son contaminados. Es común en el ser humano tener momentos de amargura en la vida, pero cuando esa amargura se arraiga en el corazón, debe ser quitada, de lo contrario, va a ir creciendo, va a “brotar” y al final causará estorbo para la persona que tiene esa amargura y también “contaminará” a los que están a su alrededor. Así han comenzado muchos pleitos en el mundo e incluso entre cristianos. Debemos estar atentos a estas cosas.

Proverbios 10:12, 18 (RVA)
(12) El odio despierta contiendas, pero el amor cubre todas las faltas.

(18) El que aplaca el odio es de labios justos, pero el que suscita la calumnia es necio.

Nuevamente vemos que si dejamos que el odio se desarrolle en nuestras vidas, lo que generaremos son contiendas, calumnias y cosas malas. Por otro lado, un creyente que opera el amor de Dios en su vida, va a aplacar el odio y tratar de obrar con amor aún ante aquellos que le han hecho mal. Esto no significa que vamos a dejarnos pisotear por otras personas, sino solamente que dejamos de lado nuestro deseo de venganza personal y dejamos que Dios obre Su voluntad en cada persona.

3 – PERDONAR Y PEDIR PERDÓN

El cuarto punto importante en la historia es que la reconciliación de ambos hermanos se produjo cuando uno de ellos pensó que su hermano había sido misericordioso con él y eso movió su corazón para ir a pedir perdón por sus agravios. En el cristianismo nosotros tenemos un foco aún mayor para poder desarrollar nuestro amor y perdón y eso es el amor y perdón de Dios en nuestras vidas.

1 Juan 4:19 (RVA)
Nosotros amamos, porque él nos amó primero.

Nosotros amamos (del modo en que Dios quiere que amemos) porque Él nos amó primero, esto quiere decir que a causa del amor que Dios manifiesta hacia nosotros, nosotros somos capaces de amar. Lógicamente, mientras más conozcamos cuánto nos ama Dios, más capacidad tendremos de amar a otros:

Colosenses 1:12-14 (RVA)
(12) Con gozo damos gracias al Padre que os hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.
(13) El nos ha librado de la autoridad de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado,
(14) en quien tenemos redención, el perdón de los pecados.

Efesios 2:4-5 (RVA)
(4) Pero Dios, quien es rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó,
(5) aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia sois salvos!

Estábamos muertos en delitos y pecados, esto quiere decir que a causa de nuestros pecados estábamos sentenciados a morir para siempre y, legalmente, no podíamos vivir perpetuamente en el reino futuro de Dios. Sin embargo, Dios dio a Jesús en sacrificio y así logró que CON JUSTICIA podamos recibir vida perpetua en la era futura, que podamos ser trasladados al reino de Su amado Hijo.

1 Juan 3:1-3 (RVA)
(1) Mirad cuán grande amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
(2) Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Pero sabemos que cuando él sea manifestado, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
(3) Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él también es puro.

Ahora somos hijos de Dios, esta realidad es una tan grande que no alcanzamos a percibir lo extraordinario de esta declaración. Ahora somos hijos de Dios y tenemos la promesa de que en el futuro seremos semejantes a Él. Juan nos dice que con esta esperanza nos vamos “purificando”. Entonces ¿qué hacer para ser más puro en mi vida? ¡Hay que conocer más sobre la obra de Dios en Cristo y así comprender mejor cuál es nuestra esperanza!

Cuando el foco de nuestra vida está en nosotros mismos, en cuánto hemos sido agraviados por la otra persona, tendemos a buscar una propia justicia que no obra la justicia de Dios (Stg. 1:19-20). Pero cuando nuestra mira está puesta en lo que Dios nos ama y en cuánto nos ha perdonado, nuestra ira es reemplazada por amor y por el deseo de recomponer las cosas y dar la posibilidad de arrepentimiento a la persona que nos agravió.

4 – NO ACCEDER A CONTRUIR MUROS ENTRE LOS CRISTIANOS

Jesús dijo:

Mateo 10:34-36 (RVA)
(34) “No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada.
(35) Porque yo he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.
(36) Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa.

Algo importante a comprender en este texto, es lo que NO ESTÁ DICIENDO. A simple vista, parece que Jesús dijera que él no quiere la paz entre las personas, esto no puede ser cierto, porque él mismo dijo, en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy…” e Isaías 9:6 nos dice que él sería el “Príncipe de paz”. Jesús sí quería la paz en el mundo, sin embargo, él no vino la primera vez a establecer Su reinado de paz, sino que vino a poner de manifiesto la voluntad de Dios y al hacerlo, esa verdad causó (y sigue causando) división. Dios quiere que todos seamos una unidad y estemos en paz, pero muchas personas deciden no estar en paz con los demás a causa de sus creencias, sus deseos personales y su modo de ver el mundo. Es así que en una misma familia de sangre, tenemos a unos que aceptan a las Escrituras como la Palabra revelada por Dios e intentan vivir conforme a éstas, y otros miembros que no creen en Dios y no le respetan y se ponen en oposición al creyente, de este tipo de división hablaba Jesús.

Ahora bien, una cosa es la reacción de incrédulos, egoístas y gente carnal ante la verdad de Dios y otra cosa es que un creyente busque de algún modo generar división entre otros creyentes. Como creyentes cristianos, deberíamos rehusarnos a construir “muros” entre hermanos, deberíamos evitar contribuir a cualquier división. Lamentablemente, la construcción de muros de división parece ser una práctica continua en el cristianismo y esto es evidente al ver los cientos de denominaciones cristianas que existen. Muchas de esas denominaciones, no sólo creen tener la verdad de Dios, sino que restringen a los cristianos para que no se junten, hablen o debatan con cristianos de otras denominaciones, y si lo hacen, suele ser para poder imponer su propia postura más que para lograr un crecimiento en el entendimiento de la verdad.

Efesios 4:10-16 (RVA)
(10) El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.
(11) Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros,
(12) a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
(13) hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
(14) Esto, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error;
(15) sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo.
(16) De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todas las coyunturas, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros, para ir edificándose en amor.

Como se puede ver, Dios capacita a ciertos creyentes maduros para edificar a los demás creyentes. Las funciones dadas por Dios no son dadas para que alguno se llene de soberbia, sostenga tener toda la verdad de Dios y forme una nueva denominación que se separe del resto de los creyentes. Los dones de Dios son dados para que contribuyan a la UNIDAD DE LA FE Y DEL CONOCIMIENTO DEL HIJO DE DIOS. Esto significa que Dios jamás va a guiar a una persona a la separación del Cuerpo de Cristo, todo lo contrario, Él quiere el crecimiento en la unidad, quiere que todos los miembros estemos unidos, crezcamos juntos y nos edifiquemos mutuamente cada uno con el don o función que Dios le ha dado.

5 – SER CONSTRUCTORES DE PUENTES

Es un gran paso el disponernos a no construir muros entre cristianos, pero aún mejor es poder construir puentes entre relaciones rotas, tal como lo hizo el carpintero del cuento. Esto no significa que nos metamos a la fuerza en la vida de otras personas para de algún modo obligarlas a reconciliarse, sino que vamos a tratar de hacer todo lo posible por transmitir a otras personas el amor de Dios y el deseo de Dios de una unidad en la fe y en el conocimiento.

En lugar de predicar la Palabra para ser vistos como “piadosos” delante de otras personas, lo que tenemos que hacer es centrarnos en hacer que otras personas se encuentren con Dios y con el amor de Dios y que nuestra propia obra quede en un segundo plano.

2 Corintios 5:17-20 (RVA)
(17) De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
(18) Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación:
(19) que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación.
(20) Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios os exhorta por medio nuestro, rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconciliaos con Dios!

Dios dio a Pablo y sus colaboradores “el ministerio de la reconciliación” y ellos se esforzaban por reconciliar a las personas con Dios. Ellos construían “puentes” entre las personas y Dios, para reconciliar al mundo con Dios ¡eso es lo que Dios quiere que hagamos!

Mateo 22:36-39 (RVA)
(36) —Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?
(37) Jesús le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.
(38) Este es el grande y el primer mandamiento.
(39) Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

El primer “puente” a construir es el de una persona para con Dios, nosotros podemos predicar la Palabra ya sí poner un puente con el cual otro conozca la verdad de Dios y conozca el mensaje de salvación de Dios.

El segundo puente a colocar es el puente entre un creyente y otro creyente, es nuestro aporte para la unidad del Cuerpo de Cristo:

1 Corintios 12:12-31 (RVA)
(12) Porque de la manera que el cuerpo es uno solo y tiene muchos miembros, y que todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo.
(13) Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.
(14) Pues el cuerpo no consiste de un solo miembro, sino de muchos.
(15) Si el pie dijera: “Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo,” ¿por eso no sería parte del cuerpo?
(16) Y si la oreja dijera: “Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo,” ¿por eso no sería parte del cuerpo?
(17) Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oreja, ¿dónde estaría el olfato?
(18) Pero ahora Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, a cada uno de ellos, como él quiso.
(19) Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
(20) Pero ahora son muchos los miembros y a la vez un solo cuerpo.
(21) El ojo no puede decir a la mano: “No tengo necesidad de ti”; ni tampoco la cabeza a los pies: “No tengo necesidad de vosotros.”
(22) Muy al contrario, los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles son indispensables.
(23) Además, a los miembros del cuerpo que estimamos ser de menos honor, a éstos los vestimos aun con más honor; y nuestros miembros menos decorosos son tratados con aun más decoro.
(24) Porque nuestros miembros más honrosos no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba;
(25) para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen los unos por los otros.
(26) De manera que si un miembro padece, todos los miembros se conduelen con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros se gozan con él.
(27) Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros suyos individualmente.

Romanos 12:4-21 (TLR-PP)
(4) Porque así-como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero NO todos los miembros tienen la misma práctica,
(5) del-mismo-modo, los muchos somos un Cuerpo en Cristo y, en lo que a cada uno respecta, somos miembros unos-de-otros.

(9) Que el amor sea practicado sin-hipocresía, detestando lo maligno, adhiriéndose a lo benigno;
(10) que el afecto-de-hermanos sea practicado de-modo-que lleguen a ser unos-por-otros queridos-con-afecto-de-amigos-y-amor-de-familia. En cuanto al honor: adelantándose-para-guiar unos-a-otros;
(11) en cuanto a la eficiencia: no sean pusilánimes, sino estén-hirviendo para el Espíritu, siendo-esclavos para el Señor,
(12) regocijándose en la esperanza; siendo-pacientes ante la opresión; apegándose-a la oración,

Quiero finalizar este artículo con un conocido poema de Will Allen Dromgoole:

Caminaba un anciano por un sendero desolado,
al caer la tarde de un día frío y nublado.

Llegó él a un barranco muy ancho y escabroso
por cuyo fondo corría un lúgubre arroyo.

Cruzó así al otro lado en la tenue luz del día,
pues aquello al anciano ningún miedo ofrecía.

Al llegar a la otra orilla construyó el hombre un puente
que hiciera más seguro atravesar la corriente.

“¡Escuche!”, le dijo un viajero que pasaba por allí,
“malgasta usted su tiempo al construir un puente aquí.

Su viaje ya termina, pues ha llegado el fin del día
y ya nunca más transitará por esta vía.

Ha cruzado el barranco, dejando atrás lo más duro,
¿por qué construye un puente, estando ya tan oscuro?

El anciano constructor levantó entonces la cabeza:
“Es que por este mismo camino”, respondió con firmeza,

“noté que hace algunas horas me trataba de alcanzar
un jovencito inexperto que por acá ha de cruzar.

Este profundo barranco para mí no ha sido nada,
mas para el joven que viene será una encrucijada.

En las sombras pasará cuando llegue aquí,
es por eso que para él este puente construí.

NOTA: la información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia

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