ORAR POR LOS ENEMIGOS ES UN SIGNO DE MADUREZ ESPIRITUAL
Mateo 5:44-48 (RVA)
|44| Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen;
|45| de modo que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
|46| Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?
|47| Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso mismo los gentiles?
|48| Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Jesús aquí nos instruye a amar a los enemigos y perseguidores y orar por ellos y que tenemos que buscar ser “perfectos” como Dios.
La palabra “amad” es en griego agapaö, que no se refiere al amor de tener cariño por el otro (el cual en griego sería phileö), este amor se refiere a hacer lo correcto, lo justo, lo que proviene de Dios. Amar al enemigo no es tenerle cariño, perdonarle todo y no desear que se haga justicia por el daño que hace. Amarlo significa darle una segunda oportunidad y no vengarnos por cuenta propia (Mt. 5:39; Ro. 12:19). Dios quiere que tengamos una conducta tal que aún nuestros enemigos tengan la oportunidad de arrepentirse y cambiar.
Del mismo modo, orar por los que nos persiguen o presionan, no es orar para que Dios los bendiga en todo y les vaya bien y puedan estar llenos de recursos para cumplir sus malvados objetivos, sino que es orar para que tengan la oportunidad de convertirse a Cristo, orar para que Dios disponga las circunstancias y personas necesarias para que esa persona cambie y reciba a Cristo.
David oraba para que Dios le libre de los enemigos:
Salmos 7:1-2 (RVA)
|1| (Sigayón de David, que cantó a Jehovah con respecto a las palabras de Cus el benjaminita) Oh Jehovah, Dios mío, en ti me he refugiado. Sálvame de todos los que me persiguen y líbrame.
|2| No sea que arrebaten mi alma como el león que despedaza, sin que haya quien libre.
Entonces, no se trata de orar para que los perseguidores estén bendecidos, sino que, por un lado, oramos para que Dios nos libre de aquellos que quieren hacernos daño, pero, por otro lado, oramos para que, si existe la posibilidad, puedan conocer a Cristo y arrepentirse de su conducta.
Jesús dice que, si sólo amamos a los que nos aman, no hay mérito en eso y luego dice que quiere que seamos “perfectos” como el Padre.
La palabra “perfectos” en griego es teleios, que primariamente significa “completo” y puede traducirse como “perfecto, maduro, entero, desarrollado, sin división”. Cuando se refiere a personas, la mayoría de las veces se refiere a la madurez y desarrollo de esa persona. Entonces, un creyente maduro es aquél que ha aprendido a amar y orar incluso por los que le son adversarios o enemigos.
Personalmente creo que podemos dividir al ser humano en tres grandes grupos: la persona malvada, que está influenciado por espíritus malignos, que suele hacer el mal aún a aquellos que le hacen el bien; la persona “normal”, que hace el bien a quienes le hacen bien y devuelve mal al que le hace mal; y la persona espiritualmente madura, que cree y confía en Dios y es capaz de devolver el bien aún a aquél que le hizo el mal.
El máximo ejemplo de esta clase de amor fue Jesús, que dijo, acerca de los soldados romanos que le estaban torturando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34). Jesús podría haber insultado, haber pedido que sean aniquilados, podría haber reaccionado violentamente, pero no hizo esto, sino que pidió a Dios que los perdone, porque, más allá de lo terrible de sus actos, ellos no sabían lo que estaban haciendo.
La información sobre las versiones de la Biblia citadas en este estudio y otros puede verla en la siguiente página: Referencias de versiones de la Biblia
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